Dos localidades sajonas, al norte de Dresde. Ese era el plan para el sábado. Llegué un poco tarde, pero me dio tiempo de pasar por el hotel y de encaminarme hacia Meißen, una ciudad situada 25 kilómetros al noroeste de la capital sajona, a la orilla del río Elba y famosa mudialmente por su producción de porcelana. Llegué, aparcarqué y busqué un sitio para comer, que eran casi las 2 y había hambre. Un italiano fue, en la Elbstraße, con su correspondiente pizza.
Y de ahí, bajo una lluvia fina, a unos de los puentes sobre el Elba, desde donde se puede contemplar el Burberg, parte alta de la ciudad, con la Catedral.
Luego, siguiendo de nuevo la Elbstraße, se llega al Marktplatz, que como saben ustedes es el centro de toda ciudad alemana que se precie. En este caso la plaza está rodeada de edificios renacentistas y barrocos. Y por supuesto, el Rathaus y, esta vez, la Frauenkirche, del siglo XV y de estilo gótico. Esta iglesia es famosa porque tiene el primer carillón del mundo hecho con campanas de cerámica. Toque curioso para la ciudad.
Y desde la plaza del mercado, siguiendo la Burgstraße hacia el norte, se llega al Domplatz, pasando por un puente tendido en el siglo XIII y por una puerta gótica. Cuentan las crónicas que fue en este lugar donde en el año 929 se fundó la fortaleza defensiva contra los eslavos.
Y como edificio destacado, la Catedral, gótica y construida entre los siglos XIII y XVI sobre una antigua iglesia del siglo X y otra románica del XI. El sol empezaba tímidamente a aparecer.
Faltó la visita al Museo de porcelana, pero ya era algo tarde para eso. Café, pastel e inicio del camino hacia Moritzburg, con la idea de llegar allí con algo de luz, aunque dando por sentado que el castillo ya estaría cerrado y no lo podría visitar. Frío, mucho frío hacía. Llegué con relativa facilidad, aparqué y fui a tomar unas fotos del exterior del castillo, un edificio de estilo renacentista iniciado en el siglo XVI y terminado con tintes barrocos en el siglo XVIII. Está rodeado por un lago y por un bosque, y se llega a él subiendo un pequeño paseo y una escalera. Lástima de que una de las torres estuviera en restauración.
Y así terminó la jornada turística. Vuelta a Dresden y pequeña visita por el centro, de noche, mientras buscaba algún sitio para cenar. Pero eso será el siguiente artículo. Ya saben, si visitan Sajonia, añadan estas dos localidades a la lista.
1 comentario:
Meißen, Meißen, Meißen, ¿de qué me suena? ¡Ah, sí! Alberto II de Meißen, el Degenerado. No es una indirecta, no creo que fuera peor que otros de su época :).
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