miércoles, 20 de agosto de 2008

Cómo distinguir a los orientales

Las conversaciones durante la comida o el posterior café con los japos no tienen precio. Hoy, hace un rato, vaya, tras ver a un grupo de orientales en la Universidad, probablemente estudiantes de un curso de verano, le he preguntado a uno de los japos que si eran chinos o japoneses. Él me ha dicho que a veces no los puede distinguir, en especial a las mujeres, pero que aquí en Europa, y en concreto en los comedores de las Universidades, se puede usar un criterio de identificación bastante útil:

Si es una persona que come sola, es de Japón; Si forman un grupo de 2 ó 3 personas son coreanos y si el grupo es mayor de 5, chinos.

La razón no la sé, supongo que por el grado de interacción social o bien por el número de habitantes de cada país o por la proporción de ellos que emigra a Europa. A saber...

lunes, 18 de agosto de 2008

Los bávaros y sus cosas (II): Vereidigung

Yo ya daba por sentado que con el certificado de buen ciudadano sería suficiente. Iluso yo. La semana pasada tuve que jurar mi cargo. Tal y como suena. Me citaron una mañana en el despacho de algún señor importante de la Unviersidad, y supongo que notario al mismo tiempo, para que firmara algunos documentos y para que levantara mi mano derecha y dijera en alemán, de acuerdo con el artículo 187 de la Constitución de Baviera:

Juro que cumpliré concienzudamente mis obligaciones profesionales y que me mantendré fiel a las leyes básicas de la República Federal de Alemania.

Juro fidelidad a la Constitución del Estado libre de Baviera, para lo cual Dios me ayuda. (si bien la segunda partede la frase era opcional).

Lo que no sé si ahora me he convertido en un alemancito más.

jueves, 14 de agosto de 2008

Los bávaros y sus cosas (I): El Führungszeugnis

Hace unas dos semanas dejé de pertenecer a la Universidad de Jena y empecé a ser miembro oficial de la de Bayreuth. De entre los aproximadamente 30 documentos que tuve que rellenar o que firmar para que me hicieran el nuevo contrato, el más interesante, sin duda alguna, fue el Amtliches Führungszeugnis. Sí, más allá del certificado médico que tuve que pagar de mi propio bolsillo para demostrarles a los de la Universidad que soy un chico sano. ¿Que qué porras es el Führungszeugnis? Pues viene a ser algo así como un certificado de buen ciudadano.

Las primeras preguntas que me hice al respecto fueron sobre los criterios que seguían los bávaros para decidir si era buena o mala persona. Y no sé por qué, pero se me vino a la cabeza el tema de la basura, cuestión sobre la que aún les tengo que hablar, pero no hoy. Sí, a ver, si echaba el vidrio verde en el contenedor de vidrio verde y no en el de vidrio marrón, si usaba bolsas biodegradables para la basura orgánica, si hacía todas estas cosas a las horas estipuladas para tal efecto... Esos son buenos criterios, ¿no creen ustedes? Iba a poner ahora que tampoco creía que las autoridades alemanas supieran muchas cosas sobre mí, pero me han venido a la cabeza ciertos episodios recientes y me he acordado que sí, que aquí estos saben hasta lo que cené anoche.

Pero la respuesta llegó el día que fui a pedirlo al ayuntamiento, y era como yo lo pensaba. El criterio para decidir si eres o no un buen ciudadano es que pagues los 13 euros que cuesta la gracia, así de simple. Son listos estos bávaros. Y así fue como me convertí en un ciudadano ejemplar.

miércoles, 13 de agosto de 2008

A comer

Hoy pensaba escribir sobre otra cosa, pero lo dejaré para más tarde porque la actualidad manda. Cada país tiene sus delicatessens, y no sólo de sushi vive el hombre...



Bienvenidos a Alemania, disfruten del menú del día. Por cierto, Augustiner, la mejor Weißbier o cerveza de trigo de Baviera.

domingo, 10 de agosto de 2008

La ida

Mi jefe y sus cosas. El mismo día 11 por la mañana me tuve que pasar por el instituto a terminar unos asuntillos que podrían haberse postergado sin ningún problema unas semanas después. Así que llegué temprano, cumplí con mi obligación y hala, a casita a las 12 de la mañana. La noche anterior, para variar, estuve por ahí, no recuerdo ahora si en el Glashaus con un amigo alemán o con los compis de trabajo en algún sitio céntrico. Lo que sí recuerdo es que al llegar a casa, algo tarde, aún no había preparado la maleta. Y no sólo eso, sino que no me llegaba a meter la idea en la cabeza de que en pocas horas estaría de vacaciones. No lo sentía así. La maleta... bueno, eran poco más de dos semanas, y además en verano, así que tampoco tenía que caldearme mucho la cabeza. Aún así, y a estas alturas de la historia, preparar el equipaje sigue siendo una de las tareas más ingratas, tediosas y causantes de agobio que existen.

Taxi para la estación de Bayreuth y tren para el aeropuerto de Munich. Pequeña reflexión una vez llegado, facturado y esperando a la salida del vuelo, ¿por qué es todo tan caro en los aeropuertos de España? Para empezar el aparcamiento. ¿Saben ustedes que en el aeropuerto de Frankfurt, al menos en la terminal 2, hay un aparcamiento en superficie donde los primeros diez minutos son gratis? Así se puede, sin ningún problema, cargar y descargar gente y equipajes sin entorpecer el tráfico. Y estamos hablando de uno de los aeropuertos más importantes no sólo de Europa, sino del mundo. ¿Saben ustedes también que en pleno aeropuerto de Munich hay un Edeka, que es el equivalente alemán al Mercadona? Y con precios normales de supermercado, señores. Y en Frankfurt se puede comer uno un bocadillo y un refresco sin arruinarse. Es llegar a España y empezarte a clavar por todo...

El avión con destino Madrid salía poco antes de las 8 de la tarde. Suelo pillar esa combinación ya por defecto, ya que el tiempo de espera en Barajas es de apenas una hora, suele ser la más barata y es la más cómoda, porque puedo levantarme con tranquilidad y salir de Bayreuth a las 3 de la tarde, pese a que llegue a Sevilla pasada la medianoche. Pero al ser la última conexión del día hay sus riesgos, y es que te puedes quedar en el punto intermedio si hay retrasos importantes. Ya me pasó una vez, también volviendo de Munich, cuando Iberia también operaba vía Barcelona. Fue curioso, porque ese viaje iba acompañado. Ambos volvíamos a Sevilla, pero mi compañera de viaje lo hacía vía Madrid y servidor, vía El Prat. Intentamos volver los dos en el mismo pero ambos aviones estaban llenos. Los dos aviones salieron con retraso, pero ella llegó a Sevilla esa misma noche y yo llegué a la mañana siguiente, tras pasar la noche en un hotel de la ciudad condal. A ella creo que le pasó lo que esta vez me iba a tocar a mí.

Ocho de la tarde, ya dentro del avión y esperando el despegue cuando, de repente empezó a llover. Y no una lluvia ligera, no, sino una tormenta veraniega alemana en toda regla que obligó incluso a cerrar al tráfico el aeropuerto de Munich durante una hora, tiempo en el que permanecimos dentro del avión. Y ahí estaba el problema, que yo apenas tenía una hora para hacer el intercambio en Barajas. A las 9, por fin, pudimos despegar. "¿Me dará tiempo? ¿No me dará? ¿Me pondrán un coche para que me lleve direcamente de un avión a otro, como hicieron los de Lufthansa en Munich en Mayo, para que al menos yo duerma en casa esta noche aunque mi maleta me llege mañana?" me iba preguntando. Y llegó una de las azafatas a preguntarme si quería algo de comer.

- No, gracias, pero me gustaría hacerle una pregunta.
- Tiene usted un enlace, ¿verdad?
- Sí, y puede que lo pille, porque voy justo.
- ¿Adónde vuela usted?
- A Sevilla.
En ese momento la agradable chica me empezó a mirar de forma diferente y su cara empezó a mostrar una sonrisa más encantadora aún.
- Pues está usted de suerte, porque nosotros también. Es decir, somos la tripulación de ese vuelo. No sé si será este avión o será otro, pero sin nosotros no se van, así que no se preocupe.

Vaya, interesante manera de empezar unos días de descanso, ¿no creen? Y así fue. Pese a que el avión era otro y tuve que andar en Barajas unos diez minutos desde la zona de columnas rojas (puertas H) hasta las de columnas azules (puertas K, la máxima distancia posible en la terminal 4 de vuelos nacionales y europeos), cuando llegué a la puerta de embarque del nuevo vuelo aún no estaba abierta. Y así es como, con un pelín de retraso, pude llegar a Sevilla esa misma noche. No hubiera pasado nada anormal, me hubieran dado vuelo para el día siguiente y me hubieran pagado un hotel, pero mejor poder dormir en casa. Y para celebrarlo, ya al bajar del avión en Sevilla, regalé el pretzel que me quedaba, de los tres que compré en Munich, a la simpática azafata que me atendió. "Para celebrar que todos veníamos a Sevilla"

miércoles, 6 de agosto de 2008

Los horarios alemanes (II)

Es algo que no llegaré nunca a comprender, ni a acostumbrarme. Esto de que los supermercados cierren a las 8 de la tarde, y gracias, es una costumbre alemana que no me va. Claro que, como ya les comentaba hace algo de tiempo, algunas tiendas abren a las 6.30 de la mañana, aunque ya pueden imaginarse la utilidad que esto tiene para mí, que me suelo definir como un late Spanish. Como se despisten un poco más a este paso voy a tener que hacer la compra justo antes de acostarme.

Como de costumbre me pierdo en el primer párrafo... a ver, a lo que iba, que mañana me vuelven a cortar el agua en casa. Poco después de mi última mudanza empezaron a hacer unas obras de canalización justo debajo de mi edificio, y casi medio año después siguen ahí dale que te pego, empezando a hacer ruido a unas horas anticonstitucionales. En fin, uno se levanta, cierra la ventana, con este gran invento que es el cierre casi hermético alemán, y vuelve a la cama. Lo que pasa es que mañana vuelve a tocar revisión de tuberías, o lo que sea. Ese no es el problema, obviamente, el problema es que me vuelven a cortar el agua de 7.30 a 11 de la mañana. Cuando me pasó esto en el mes de junio no fue más inconveniente, porque precisamente ese día tenía una sesión de microscopio a las 8 de la mañana y aproveché y madrugué. Pero mañana... ¿a qué hora se levantan los alemanes? Porque si cortan el agua a las 7.30 es lógico pensar que a esa hora la mayoría ya está fuera de casa, se ha duchado y/o arreglado y no necesita más agua. Con lo sano que es cortar el agua de 9 a 12, una hora decentísima...

Esta fue la pregunta que le hice a G anoche, que cuál era la hora normal para levantarse aquí en Alemania. Ella me dijo que entre 6.30 y 7, creo recordar, pero que en su caso era a las 6 para encender el calentador de agua, volver a la cama y poder ducharse a las 7 con agua caliente. Entonces sí cuadra el horario del corte de agua, aunque los no alemanes nos tengamos que aguantar. ¿Y en España? ¿Cuál es la hora normal para levantarse? Yo creo que una hora más tarde, ¿no les parece? Es decir, entre 7.30 y 8. El punto de referencia es la hora a la que los niños entran al colegio, y en el caso de Sevilla esto suele ser a las 9 de la mañana. Si al final todo encaja.

Pero no sólo tengo el problema del agua mañana, sino que ya han cubierto el gran agujero en lo que antes era un solar abandonado, junto al lago, por debajo del cual ahora pasa una gran tubería. Y como parece que quieren darle algún uso jardinístico, lo han hecho con tierra y con abono natural, así que imaginen ustedes el aroma que ronda mi edificio estos días. Suerte que hasta ayer nos movimos entre los 21º de máxima y los 14 de mínima, pero hoy tenemos algo más de calorcito.

En definitiva, que mañana tengo dos opciones, o levantarme a las 7 ó levantarme a las 11. Total, el jefe ha salido para un congreso y estará fuera hasta finales de la semana que viene, y a mí no me importa quedarme trabajando por la tarde-noche en caso de necesidad. Yo creo que lo tengo claro...

Por cierto, ya he pillado de nuevo el ritmo alemán. Esto no puede ser, de cinco días que llevo aquí he salido 3 noches. Y eso que el sábado me quedé en casa y no fui al famoso Sommernachtfest que se celebraba en el Eremitage. ¿Y eso es un problema? me preguntaba G anoche. No, en absoluto, le respondí yo, pero mi idea era descansar un poco de las vacaciones, en las que no he parado, y así no hay manera...

viernes, 1 de agosto de 2008

La soledad del que regresa

Es una sensación rara e intensa. Es otra cosa, no es únicamente sentirse solo. Algo más debe ser para que lo diga quien estas líneas escribe, alguien especialmente propenso a sentirse así. Ya, alguno y alguna que yo me conozco dirá que esta historia no cuela, pero ese es otro tema.

Entrada en Alemania por el Aeropuerto de Munich

Casi once horas de viaje dan para mucho, en especial para pensar, sobre todo si viajas solo y de vuelta a otro país, donde vives. Miras a la gente, parejas que viajan juntos, grupos de amigos, encuentros y despedidas en los andenes del tren, mientras que tú... a ti se te ha acabado el tiempo, y pese a haber pasado algo más de dos semanas maravillosas y pese a haber recibido bastante afecto, tú, que pasas o que intentas interiormente ser el hombre de hielo apenas puedes agachar la cabeza y preguntarte por qué te sientes así de desvalido en vez de sentirte alegre por lo bueno que ha pasado. Condición humana, me dirán muchos de ustedes. O condición de cada uno. Empiezas a pensar mientras viajas en algún tren algo cutre y oscuro camino de tu casa, de noche y con pocos acompañantes en el vagón y terminas siempre con la misma pregunta retórica. Sí, esa, la de que qué porras estás haciendo con tu vida. De repente todo se repite. Es la misma situación que justo hace un año, también 31 de Julio. Vuelta a las andadas. Un año ya, qué barbaridad. No me lo creo. No ha pasado tanto tiempo.

No estaba previsto, y aunque no ha sido tan dramático como tras las navidades, no esperaba esta reacción. No, no, si todo iba perfecto... pero nada. Nada que hacer al despedirme en el aeropuerto de Sevilla y, sobre todo, justo antes de embarcar en Barajas ya destino Munich. Volvió ese famoso nudo en la garganta que aparece de vez en cuando, también mientras cruzaba Baviera en un cutretren regional. Y eso que ahora es verano y hay aún bastante luz. Y aquí paras, porque empiezas a llegar serias contradicciones sobre ti, sobre lo que quieres y sobre lo que supuestamente piensas.

Pues eso, que de vuelta en casa. ¿En casa? La eterna pregunta de estos años. Por lo menos ya es viernes y tengo aún muchas cosas que contar...