domingo, 29 de abril de 2007

Bayreuth

La noche del domingo al lunes apenas dormí. El fin de semana había estado Mike visitándome (ver artículos de California) y apenas había parado. Un gusto estar con él, ya pondré fotos y contaré los viajes. Mi vuelo salía a las 6.35 de la mañana, y entre el madrugón y los preparativos creo que logré dormir poco más de una hora. A las 5 apareció el taxi al que había llamado la noche anterior y que nos llevó al aeropuerto. Facturé para Frankfurt, vía Madrid, y Mike lo hizo para París. ¡Cómo se pasan en los aeropuertos! Un zumo de naranja y un pequeño bocadillo de jamón en Barajas salieron por casi 8 euros. Ya aterrizado en Frankfurt me fui a la estación de tren del aeropuerto. Allí estuve un rato con un chico de Galicia que iba a Bruselas, que vino en mi mismo avión y que no estaba muy familiarizado con el aeropuerto. A las 2 salía mi tren, destino Viena, aunque yo me bajé en Nuremberg, para desde allí ir en tren regional a Bayreuth.

Terminal T4 del Aeropuerto de Madrid Barajas

Destino: Frankfurt

Estación de tren del Aeropuerto de Frankfurt

Destino: Viena estación del oeste

Tren EuroCity destino Viena (y con parada en Nuremberg)

Skyline de Franfurt desde el tren

Llegué al hotel, descansé y me fui a dar una vuelta. Había quedado con Frank hacia las 8.30 en un bar llamado Rosa Rosa, para cenar y tomarnos algo. Al colega se le olvidó por completo, totalmente absorbido por sus últimos exámenes como universitario, y como yo estaba bastante cansado y sólo quería comer algo, tras haberle mandado un mensaje al móvil, comí y me fui a dormir. Ya tendríamos tiempo de vernos.

Bar Rosa Rosa en Bayreuth

Ya el martes coincidí en el desayuno con Geertje, a la que ya conocí en Italia, y con Juliane, otra chica del grupo alemán que asistía al curso. Fuimos en su coche al BGI, Bayerisches Geoinstitut. El curso estuvo muy bien, la gente de Bayreuth es muy agradable y es bastante buena científicamente. He aprendido muchísimo. Además, el Instituto es una instalación puntera europea, tiene un montón de posibilidades, funciona, y recibe muchísima financiación. Es un buen sitio, sin duda. Y muy simpáticos los alemanes que conocí. Los únicos que veníamos de centros extranjeros éramos una chica francesa bastante interesante, en la misma situación actual que yo y que probablemente haga su postdoc en Bayreuth, y servidor. El resto, gente que trabajaba en Alemania, incluyendo ucranianas, rumanas y rusos. Me llevé muy bien con los que venían de Potsdam, una bonita ciudad junto a Berlín: Hauke, Sylvia y María. Con ellos fui andando desde el BGI hasta la fábica de cerveza Weisel, a la que fuimos tras las clases. Allí fue la cena del curso. Al final me quedé hasta casi las 11, entre alemanes que no paraban de beber cerveza. Yo ya estaba algo cansado, no tenía muchas ganas de hablar y menos en inglés o alemán, así que me aburrí un poco al final, pero estuvo interesante.

Entre el miércoles y el jueves me pasó algo curioso. He dicho antes que los alemanes son como norma general personas muy agradables y sensatas, pero parece ser que siempre hay una excepción, y esta vino de donde menos me lo podía imaginar. El jueves se acababa el curso y yo tenía que ir a Jena, para visitar la ciudad y mi Instituto. Lo lógico, como ya me dijo la secretaria de Jena, es que me fuera con las dos chicas de mi futuro grupo, que habían traído coche. De hecho, Gerd, el responsable de la red europea en la que posiblemente trabajaré e investigador en el BGI, me dijo que me podía ir con ellos, ya que parte del BGI iba a ir a Jena el mismo jueves. Pues no, doña Juliane parecía reacia a que yo me fuera con ellas en su coche. Ya luego Geertje, más simpática, me explicó que no se iban a pasar por el centro de la ciudad, donde yo tenía mi hotel, sino que irían al Instituto o a sus casas para vestirse para la ocasión (había una especie de ceremonia) y que, claro, no podrían dejarme y yo no me podía ir con ellas. Que lo sentía(¿?¿?¿?¿?). Geertje hizo de conciliadora, pero manda webs, o yo entendí mal o bien la hospitalidad alemana se había venido abajo. No daba crédito, porque Jena no es una ciudad grande, todo está cerca. A ver, si viene un chico extranjero a un congreso en Cádiz al que yo voy, si ese chico va a trabajar en mi grupo y luego tiene que venir a Sevilla, por supuesto que le digo que se puede venir conmigo en mi coche al terminar el congreso, faltaría más. Pues resulta que no es algo tan lógico. La verdad es que me daba igual, aunque Stefan, del BGI, me había dicho que no les quedaban más plazas en la furgoneta, yo me las avío totalmente solo, pillo un tren y punto, pero no deja de ser algo feo, la verdad...

Bayreuth

Esta tarde lo hablé con Frank, con el que quedé para tomarnos una cerveza. El chiquillo se mostró totalmente dolido por el olvido del lunes, pero estaba bastante agobiadillo. Le dije que no se preocupara. Frank es un gran amigo y gracias a él descubrí a Hermann Hesse, escritor alemán que recomiendo profusamente. Nos tomamos una cerveza. Bromeé con él diciendo que o bien yo había entendido mal o la chica de Jena me había entendido mal a mí o bien aquello era una descortesía considerable. Además, teniendo en cuenta que en cierta medida yo podría ser su futuro jefe... no era algo responsable por su parte, y es que se podría quedar preparando muestras hasta las 11 de la noche todos los días... allá ella.

Dejé a Frank que se fuera a repasar, al día siguiente tenía su último examen universitario. Hicimos una especie de trato, bueno, realmente lo hizo él: la siguiente vez que nos viéramos no íbamos a hablar en inglés. Él lo haría en español y yo en alemán. Creo que es algo difícil de cumplir, pero bueno.

Tras despedirnos llamé al resto de alemanes y quedé con ellos. Esta vez terminaron pronto de cenar, a las 8.30 y, como estaban cansados, se fueron. Yo me compré una ensalada en un Doner del centro y esa fue mi cena, alguna hora después en el hotel. Otra cosa curiosa, pedí que me esperaran dos minutos a que me prepararan la ensalada y sólo me esperaron los chicos, las chicas pasaron tres kilos y se fueron, otro detalle remarcable.

De izquierda a derecha: Hauke, servidor, Michael y Bernd

De izquierda a derecha: Maria, Juliane, Geertje y Sylvia

El jueves por la mañana finalmente una de las alemanas de Postdam me dejó llevar mi maleta en su coche al instituto, ya que yo no sabía exactamente lo que iba a hacer y cómo me iba a ir a Jena. En principio iba a quedar con Frank después de su examen, hacia las 3, nos íbamos a tomar una cerveza algo más relajados y luego me iría en tren a Jena. Por supuesto, mi querida futura estudiante no me dijo nada ni me ofreció su coche para al menos tener la maleta en el Instituto y no tener que volver al hotel, incluso cuando el miércoles se lo pedí a Geertje y ella asintió.

Finalmente Stefan me dijo que había plazas libres y que me podía ir con ellos. Así hice a las 12 de la mañana, no sin pena porque no me iba a poder despedir de Frank, pero tras haber pedido transporte a Jena el día anterior no me podía negar ahora al ofrecimiento. Así acabó la estancia en Bayreuth. Quizás vuelva.

Nueva visita a Alemania

En efecto, ayer Sábado a estas horas estaba volando desde Madrid a Sevilla, regresando de una estancia en tierras germánicas de una semana. ¡Qué me gusta ese país! Ciudades limpias, ordenadas, paisajes preciosos, gente leal y noble, no tienes que estar pendiente de que alguien te engañe etc.


He estado en Bayreuth, ciudad de Baviera ya visitada anteriormente, y en Jena, ciudad del estado de Turingia. Hacia el verano me iré a una de las dos, ya que mi futuro jefe no sabe aún en cuál estará. Cada una tiene cosas positivas y negativas. ¿Les he contado esto? No lo recuerdo... pero sí, me voy a Alemania. El pasado Febrero en Bérgamo, Italia, conocí al que va a ser mi futuro jefe, que estaba encantado con que yo trabajara en su grupo de investigación. Dicen que es un magnífico científico y mejor persona, así que de lujo, y encima es en Alemania. Pero había una pequeña pega, quería que me incorporara inmediatamente, para lo que necesitaba ser doctor. Como mucho podía esperar a la segunda parte del año (aclaración, para un alemán estamos hablando de Julio). Estas oportunidades apenas pasan una vez y no hay que pensárselas, yo no me podía permitir el lujo de dejarla pasar. Es una posición ideal, en un país que me gusta, trabajando en el mismo campo aunque con otros temas y con gente eficiente y amigable. Hace dos semanas entregué mi Tesis Doctoral. Han sido dos meses algo intensos, con una bestialidad de trabajo, todo el día dedicado a escribir, compaginando tal tareas con algunas clases que tenía que dar en la Universidad, pero finalmente lo conseguí. Ha sido como un reto y estoy tremendamente contento de mi productividad y de mi respuesta. A primeros de Julio, si todo va según lo previsto, seré doctor y podré irme a Alemania.

Mi futuro jefe quería que visitara la ciudad y el instituto antes de nada, así que la semana pasada, aprovechando un curso sobre Celdas de Diamante para tratamientos a muy alta presión que se celebraba en Bayreuth, al que pude asistir por intermediación de mi jefe, aproveché y visité Jena. Creo que voy a escribir varios artículos para que no se haga muy pesado de leer...

domingo, 8 de abril de 2007

Conversaciones en los Estados Unidos 2: El fútbol

Esta fue con mi jefe, que nos contó por qué el fútbol europeo no es en los Estados Unidos un deporte de masas. La mentalidad de una sociedad marca profundamente la vida diara y costumbres, parece ser. Desde el punto de vista de los norteamericanos el fútbol es un deporte con muy pocas reglas. Para empezar, ni el tiempo de juego es fijo, no es algo que se pueda controlar al completo. Por eso nuestro fútbol, soccer para ellos, no cuajó en una sociedad con tantas reglas como la norteamericana. Hay otros deportes con reglas mucho más estrictas y claras, como el baloncesto y el béisbol, que sí son deportes muy populares en los Estados Unidos. Ahí está la razón.

martes, 3 de abril de 2007

Conversaciones en los Estados Unidos 1: Los idiomas

Voy a intentar recuperar algunas de las conversaciones más interesantes que he tenido durante mi estancia en California, rescatando frases breves que me sorprendieron y que hacen reflexionar. Compartir mesa y mantel con personas de diferentes nacionalidades da para mucho.

Y hoy empiezo con una referente a los idiomas y la mentalidad de sus hablantes. Creo que fue de las iniciales, cuando mi jefe organizó la primera cena en su casa. Aún estaban los madrileños, que prepararon ensaladilla. Yo, para variar, acudí con mis tortillas de patatas.

En esa cena había algunas mujeres argentinas. Una de ellas vivía en Israel, de hecho se había casado con un hebreo, que era investigador y supongo que amigo de Brad. Durante unos meses estaban de estancia larga en California, quizás era un año sabático. Tenían dos niños: una chica de unos 12 años y un pequeñín que tendría alrededor de 5 m, algo travieso. La chica, bastante tímida, hablaba hebreo e inglés y decía que entendía algo mi español. De ahí creo que vino el tema de los idiomas, y es que en aquella mesa había hasta cinco distintos: inglés, español, hebreo, italiano y ucraniano, sin contar mi alemán básico ni el francés de mi jefe. Esta mujer argentina afincada en Israel nos comentó cómo varía la mentalidad de cada país según su idioma, y nos puso un ejemplo, comparando el alemán con el hebreo. La palabra era "llave". En alemán es Schlüssel, masculino. Se parece al verbo cerrar, schliessen. Una llave, en alemán, sirve para cerrar una puerta, semánticamente hablando. Dicho de otra manera, se asocia llave con el hecho de cerrar. Sin embargo, en hebreo es todo lo contrario. No recuerdo cómo se dice llave en ese idioma pero estaba relacionado con el verbo abrir, algo diametralmente opuesto.

Bonita reflexión, ¿no les parece? ¿Hasta qué punto nuestro idioma nos condiciona a ver las cosas de una u otra manera? ¿Hasta qué punto nuestra mentalidad y posición ante los hechos dependen de nuestro idioma? O visto desde el otro lado, ¿es nuestra forma de ser la que hace que tengamos estas diferencias en los idiomas? Dicen que hubo toda una época reciente de la Filosofía, el subperiodo lingüïstico, que se dedicó, entre otros asuntos, a estos temas.