domingo, 25 de enero de 2009

Heidelberg

El relato turístico lo habíamos dejado en una de las ciudades más conocidas de Alemania, Frankfurt am Main. Aún restaba el domingo, dentro de ese oficial primer fin de semana veraniego en el que dicha estación, que aún no había llegado en teoría, había decidido tomarse una pausa. Varias eran las posibilidades, entre las que se encontraban Mainz, Mannheim y Wiesbaden, pero al final nos decidimos por Heidelberg. Bueno, decidió Frank, que para eso era el anfitrión. Estaba un poco lejos, pero teníamos coche, y allí que fuimos.

Creo que hasta ahora no ha habido ninguna ciudad alemana que haya visitado expresamente y no me haya gustado. Quizás Dresden en la primera ocasión o Munich, en la segunda (primera en esta segunda etapa alemana) no me produjeron excesivo entusiasmo, pero tras las segundas partes aquellas opiniones se desvanecieron.

Heidelberg se encuentra en el estado de Baden - Württemberg, capital Stuttgart, al suroeste del país. Los datos apuntan a que es una de las ciudades más antiguas de toda Alemania. De hecho fue allí donde se creó la primera universidad del país, en las postrimerías del siglo XIV. Pero aparte de lo dicho hasta ahora, lo que sin duda constituye el mayor atractivo de la ciudad es que salió totalmente indemne de la Segunda Guerra Mundial, algo para nada común en estas latitudes.


Bonita vista de la ciudad desde lo alto del castillo. Jesuitenkirche a la izquierda y Heiliggeistkirche a la derecha


Con Frank

Nada más llegar y aparcar en el centro de la ciudad subimos al castillo, constuido hacia el año 1400 por uno de los príncipes electores germánicos. Lo primero que llama la atención desde lo alto son las imponentes vistas de la ciudad a ambos lados del río Neckar; lo segundo, el castillo en sí, o lo que queda de él. Turistas, mucha gente, muchos españoles, para variar, en ese lluvioso y ligeramente fresco día. Jardines de artillería, murallas, torres, jardines italianos, patios, bibliotecas, palacios y museos. Lo que viene a ser un castillo, vaya. Pero en este hay algo peculiar, el Großes Fass, un gigantesco barril de vino donde los singulares príncipes electores guardaban los tributos que le hacían sus súbditos. 200.000 litros dicen que caben allí.


Patio central del castilo, con los Palacios Friedrichsbau y Ottheinrichsbau


Ruinas del Schloss

Y de ahí, hacia el centro histórico, la Alstadt. Dado el emplazamiento geográfico, Heidelberg es una ciudad elongada del este al oeste, y es la Hauptstraße, una larga calle de 2 kilómetros, la que vertebra la ciudad. El punto de llegada tras bajar del castillo es el más oriental de la ciudad, la Karlstor, una de las puertas de entrada. De ahí y paseando hacia el oeste, van apareciendo los edificios más importantes de la ciudad. El Palais Weimar, la renancentista Haus Buhl y la Markplatz, con bonitas casas que nos indican inequívocamente que estamos en Alemania. Dominan el correspondiente Rathaus o Ayuntamiento y la Heiliggeistkirche o iglesia del espírítu santo, gótica del siglo XV y constuida con la misma piedra rojiza que el Schloss.


Rathaus y fuente de Hércules, en el Markplatz


Heiliggeistkirche


El Haus zum Ritter, de estilo renacentista tardío, es uno de los edificios más llamativos de la Markplatz.

Es en este punto en el que hay que cruzar el río Neckar y disfrutar de uno de los lugares más famosos y conocidos de la ciudad , el Alte Brücke o puente viejo, de finales del siglo XVIII, con su arco triunfal clásico. Desde ese estrecho lado de la ciudad se vuelven a tener vistas bastante interesantes, esta vez incluyendo al río. En aquella zona hicimos un receso, aprovechando uno de los múltiples Feste que los alemanes organizan cada fin de semana en cuanto el sol y las temperaturas agradables empiezan a llegar. Si tienen tiempo, no como nosotros, busquen el Philosophenweg o camino de los filósofos, hacia arriba. Se dice que los más insignes habitantes de esta ciudad paseaban por allí para aclarar sus pensamientos y para meditar sobre los misterios del tiempo y la decadencia, con la ayuda una vista presidida por las ruinas del castillo. Tiene que ser uno de esos lugares ideales en los que perderse durante una tarde, clara o nubosa, con poco más que un libro y la compañía de cada uno. Y sin reloj ni teléfono móvil, por supuesto.


Desde el otro lado del río


Alte Brücke en reparación, con su arco final

Nosotros volvimos a la ciudad, de nuevo atravesando el puente viejo, y nos perdimos por las callejuelas del centro tras tomarnos un café y sin dejar de necesitar un pequeño paraguas. Dos eran los edificios principales que nos quedaban por ver. El primero, la Alte Unversität o Universidad vieja, también del siglo XVIII; y los segundos, los edificios jesuíticos, el Collegium, el Gymnasium y la Jesuitenkirche. Y con eso y algunos otros edificios de la Universidad, dimos por finalizada la visita. Agradable, sin duda. Bonita ciudad.


Panorama de la Hauptstraße

Volvimos a Frankfurt, con algo de atasco en la autopista, a completar la última fase del fin de semana: la carambola de recoger a María José en el aeropuerto, que venía de pasar ese fin de semana en Barcelona. "¿Qué has estado en Heidelberg? ¿Y no me has avisado", me decía por teléfono mientras comprobábamos que su vuelo saldría on time. Regresamos ambos en coche hasta Bayreuth bajo una lluvia algo fuerte que provocó que el límite de velocidad en la autopista fuera sólo de 120 kilómetros por hora. Llegamos tardecito a casa, cansados pero contentos. Ella también se lo había pasado bastante bien en la capital catalana. Así acababa un bonito fin de semana, lluvioso pero interesante.

domingo, 18 de enero de 2009

Plantas

Ayer sábado me compré, entre otras cosas, una planta, con su maceta y todo, para que me haga compañía. Tan contento estoy de tenerla en mi casa que hasta le hice una foto.


Por otra parte, y ya que estamos con los temas gastronómicos, me da la impresión de que últimamente el pimiento verde es un artículo de lujo en Alemania. Sólo encuentro o rojos o amarillos, y la única forma de adquirir los verdes es comprar un envase donde te viene un pimiento de cada color. Al menos en los supermercados que están cerca de casa, porque supongo que en el Real sí tendrán...

Anoché tocó restaurante griego, el Plaka, con su moussaka de rigor, su vino tinto griego y sus copitas de ouzo. Y ahora, en nada de tiempo, disfrutaré de una invitación a ensaladilla rusa. Además ya estamos sobre cero, perfecto pues, y aunque vuelve a nevar ligeramente, espero que se derrita pronto el hielo de la calle...

viernes, 16 de enero de 2009

El número de circunstancias agravantes

Esta mañana, mientras terminaba de preparar un par de muestras para la tarde y hablaba con un compañero que también estaba montando sus cosas, se me vino a la cabeza en el laboratorio una de las leyes de Murphy. En concreto la que viene a decir algo así como que "la cantidad de circunstancias agravantes permanece constante en el Universo", es decir, que si a ti las cosas te van muy bien es que hay otra persona en el mundo que las está pasando canutas.

El colega alemán, estudiante aún, más joven que yo pero casado y con una niña, me decía que casi podía contar sus experimentos con las prensas de alta presión por éxitos, 6 de 7. Ese fue el momento clave, porque yo le dije que en mi caso, curiosamente, el marcador era de 7 a 0, pero en contra. Esto es, que mis intentos se contaban por fracasos. Y también eran siete.

Para que se hagan una idea de lo que estamos hablando (click para ampliar)

De todas formas aún no había llegado la tarde. De nuevo, vuelta a las andadas. Tras toda una semana de intensísimos trabajo, cansancio y agobios, llegando a casa a las 9 de la noche e incluso más tarde, estando solo en el laboratorio y con las yemas de los dedos llenas de pequeños cortes porque la preparación de mis muestras es bastante compleja y yo, aparte, soy un pelín torpe, el marcador actual refleja un 9-0. Los dos experimentos que tenía preparados para hoy también ha sido infructuosos. Cuando no es una cosa, es otra. Es la metáfora del pozo y las vueltas circulares pero aplicada al trabajo, porque no es la primera vez. Trabajo, esfuerzo y dedicación plena que terminan como si no hubiera hecho nada. Lo único cierto es que el tiempo sigue pasando. El único posible consuelo es que de nuevo es fin de semana...

Un poco de fresco

A estas horas de la noche tenemos -8ºC ahí fuera. Incluso por el día estamos ya rozando temperaturas positivas, toda una bendición por estas latitudes tras la semana que hemos pasado. Las calles siguen cubiertas por una capa ya bastante pisada de hielo y de nieve, pese a que ya no hace tanto frío. Y para demostrarlo os dejo el mapa de temperaturas míminas de Alemania el pasado día 7. Estas han sido las temperaturas más frías que uno ha sufrido en su vida hasta ahora, casi -20ºC, superando las de la primera semana de Febrero del año pasado, cuando conocí los -12ºC. La imagen no tiene desperdicio...

lunes, 12 de enero de 2009

En el paro

Desde el 1 de Diciembre del pasado año, sí señor. Y yo sin enterarme. No, no se asusten, la ligera desaceleración aún no me ha afectado. Se trata de un nuevo tipo de desempleo. Tenemos a los parados temporales, a los de larga duración y ahora, a los burocráticos. Yo pertenezco a estos últimos. El hecho de no haber visto ni un duro en diciembre y que la compañía de seguros me mandara una carta, por segunda vez y a finales del año pasado, diciéndome que estaba sin seguro de salud me llevó a pensar lo que hoy se ha confirmado. Básicamente mi nuevo contrato se ha perdido en algún lugar de esta bonita, blanca y congelada ciudad. Esto acrecienta aún la situación de hipertemporalidad laboral que sufro mientras espero a que nuestro querido Ministerio de Ciencia se digne a dirigirse a mí para informarme de mi supuestamente semidefinitiva situación para el año que entra. Un añito de estabilidad, no pido más.

Entretanto estos días guardo especial cuidado por no resfriarme y por no resbalarme con la nieve y el hielo, porque incluso la sanidad pública española pasó de mí estas navidades, alegando que no estaba dado de alta.

Anoche le contaba a un amigo que yo ya no me indigno por estas cosas. Bastante lo he hecho ya en el pasado, hasta que descubrí que es algo que no merece la pena. Es inútil luchar contra los elementos. Por otra parte, se siguen cayendo más mitos de este curioso país...

PS: Hablando de mitos de eficiencia germánica, mañana, 44 días después de solicitarlo, parece que volveré a tener internet en casa.

viernes, 9 de enero de 2009

Llegando

El comandante del vuelo nos informó al aterrizar que ahí fuera teníamos -10ºC. No lo parecía. Nieve a un lado, probablemente hielo, nieve al otro, pero justo donde tenían que tomar tierra los aviones todo estaba limpito. Igual con las autopistas y carreteras que se veían desde el aire. Para que este país se colapse tiene que acontecer una catástrofe de importantes dimensiones.

Hoy Bayreuth estaba más bonita que nunca. Ese sol que tanto me ha faltado en el sur de Europa durante los días pasados ha estado escondiéndose aquí. Un cielo claro, clarísimo, azul. Un amanecer sencillamente espectacular, con casas humeantes incluidas. Y todo blanco. Hoy los que no conocieran la ciudad no hubieran podido distinguir el lago junto a mi casa, porque no había tal. Cualquiera hubiera dicho que era un trozo más de terreno cubierto por hielo y nieve. Mi compañera de despacho me ha dicho que esta mañana su termómetro marcaba -15ºC. No hace tanto frío, o al menos yo no lo siento. Será la alemanidad que empieza a apoderarse de mí...

jueves, 8 de enero de 2009

Volviendo

En apenas cuatro horas. Por ahora todo bajo control, pero entre los problemas de Iberia con sus pilotos, los controladores del aeropuerto de Madrid Barajas (tema del que parece ser no se ha vuelto a hablar) y el estado de congelación del centro y norte de España y directamente criogénico en centroeuropa, no tengo del todo claro dónde dormiré esta noche.

Las preferencias, por este orden: Bayreuth, Madrid, Sevilla, Munich.

Si todo va según lo previsto, hoy serán once horitas de viaje. As usual, dos aviones y tres trenes. Y mi abrigo para el invierno alemán está en mi casa alemana. Y sin internet en casa hasta al martes, espero. El mito de la eficiencia alemana...