viernes, 5 de septiembre de 2008

Hard September

Durísimo, sin parar. La dura vida del investigador en el extranjero exige sacrificios como, por ejemplo, estar fuera de casa (i.e. Alemania) durante las próximas tres semanas. Así que hasta fin de mes se hace difícil que me vuelva a pasar por aquí. Estaré entre el sur de España y el norte de Alemania, con subida al Teide incluida.


Curioso, mi vuelta en agosto fue un anticipo de mi real vuelta a la normalidad, que será el 1 de Octubre. Buen mes para todos ustedes.

martes, 2 de septiembre de 2008

Lohnsteuerklasse VI

Todo es susceptible de empeorar, es uno de mis lemas de siempre. El final de Agosto, desde el punto de vista fiscal, no es tradicionalmente un buen mes para quien esto escribe. Hace un año descubrí que el premio por haber elegido Alemania para trabajar consistía en que Angela Merkel y otros socialistas varios se quedaban el 44 % de mi sueldo, y eso sin contar el IVA al 19 % y el impuesto de gasolinas y gasóleos, entre otros. Ya hablé de eso en su momento y adopté la resignación como la mejor solución. Qué remedio...

Pero no, y es que visto en perspectiva en aquellos momentos me podía sentir afortunado. El viernes pasado recibí el primer sueldo de mi nueva Universidad. Todo normal hasta ahí, salvo que sólo ponía Bezuege como justificación del ingreso y no aparecía para nada el nombre del pagador. Aquello no podía ser cierto, pero lo fue. Esta vez, la diferencia entre bruto y neto era nada más y nada menos del 60 %. Como lo leen. Esta gracia germánica implicaba, de confirmarse, que prácticamente no podría asumir la suma de todos mis gastos españoles y alemanes y, como consecuencia, tendría que dejar mi trabajo en Alemania e intentar volver a España, lo que significaría de facto que mi carrera científica había llegado a su fin. Así de crudo pero así de real. De repente todo se acababa. El hundimiento. Y lo más duro, no por mi culpa ni elegido por mí. Sólo quedaba la posibilidad de intentar conseguir algún contrato español para investigadores en el extranjero de tal manera que pagara mis cosas en España. Y si no, a volver tocaba. Al menos así me ahorraba el dinero del alquiler aquí en Alemania y, por muy bajo que fuera lo que encontrara en nuestro país, sería similar a lo actual. Para estar mal, lo estoy en España, donde al menos la gente no habla raro.

Tras el shock y posterior intento de autocontrol, intenté buscar una explicación medianamente lógica al asunto. Y la descubrí. Pero el susto no me lo quita nadie. Resulta que me han cambiado de categoría fiscal, ahora pertenezco a la Lohnsteuerklasse VI (el 6 viene de 60%, supongo). Y, tras perderme entre páginas y páginas escritas en alemán, me enteré que se pertenece a tal clase, entre otros motivos, si aún no has entregado la Lohnsteuerkarte de las narices a tu nueva empresa. Sí, esa cartulina donde aparecen tus datos fiscales y con la que ya viví tantas aventuras. El procedimiento estándar es que tu empresa anterior te la envía a casa en un periodo de unos dos meses desde que finaliza tu contrato. Y, entre tanto, para curarse en salud, el Gobierno se queda con el 60% de lo que honradamente ganas. No es el mayor atraco a mano armada que existe en Alemania, del que hablaré cuando esté ya fuera de este país, pero se le aproxima. Ya cuando entregues la cartulina de impuestos y demuestres a la clase fiscal a la que perteneces, te lo arreglarán todo, o no, o tardará un tiempo, o a saber. O a esperar al año que viene a hacer la declaración de Hacienda. Mientras tanto tú sigues pagando, por si las moscas. Eso de informatizar los datos fiscales y que no estén en una simple cartulina que es propensa a perderse es una idea que aún no ha llegado a estas latitudes. Tanto para unas cosas y tan poco para otras, vaya país...

Y menos mal que sé algo de Alemán y me pude enterar por mí mismo, porque si no el desconcierto hubiera sido aún mayor. Porque no estoy en mi país, que si no, aunque no valiera para nada dada la gran situación de indefensión del ciudadano común ante las administraciones, la denuncia al gobierno por el mero hecho del derecho al pataleo no se la quitaba nadie. Por robo. Porque si tienen un sistema tan cutre y tan ineficiente de control fiscal no es mi culpa, pero sin embargo sí soy yo el que paga. Como decía antes, vaya país...