miércoles, 24 de diciembre de 2008

Navidad

En España, en casita. Belén de la Plaza Nueva de Sevilla.

viernes, 19 de diciembre de 2008

¡Váyanse de vacaciones!

Eso es lo que nos ordena la Universidad y yo, como chico bueno y obediente, les haré caso. Nos regalan incluso dos días, el 24 y el 31, por lo que nos los podemos ahorrar del número de días de descanso que cada uno tiene. ¿La razón? La crisis. Así podrán durante dos semanas bajar drásticamente la calefacción y ahorrar costes. Tal y como suena. Quien decida quedarse y trabajar que venga abrigadito. No serán muchos, supongo. De hecho la mayor parte del mundo se va hoy o mañana.

Así que el próximo lunes estaré regresando a España para, si Iberia quiere, pasar las Navidades con la familia y amigos. Esperemos que sea así y no tenga que disfrutar de la Nochebuena en el aeropuerto de Munich.

Entretanto, sigo sin conexión a internet en casa. Kabel Deutschland me sigue odiando. Los cinco días que decían que tardaban de media van ya por 19, y contando...

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Frankfurt am Main

Capital financiera de Alemania, la bolsa, los negocios, su skyline, su aeropuerto... Y tocó visitarla.

Frank es uno de mis mejores amigos. Ahora vive y trabaja cerca de Frankfurt. Nos conocimos de forma totalmente casual y de rebote en mi primera visita a Bayreuth allá por mayo de 2005. Así a bote pronto, era el amigo de un alemán cuya novia estaba en Escocia, donde conoció a un francés que hacía el doctorado allí y que, como yo, iba a pasar unos días en Bayreuth haciendo experimentos. Ese día me dijo que si me apuntaba a ver la semifinal de la Liga de Campeones de fútbol en el MiamMiam, que conocía a un alemán que iba a ir con él. Y, evidentemente, yo acepté. Esas cosas que de vez en cuando pasan en la vida...

Bueno, pues tocó devolverle la visita, tras su viaje por tierras sevillanas, gaditanas y malagueñas el año pasado. Y costó, por temas de agenda, pero al final yo estaba allí, en Neu Isenburg, viendo continuamente despegar aviones a través de la ventana. Así que tras llegar, soltar los trastos y comer un poco de comida japonesa, pillamos un S bahn rumbo a nuestro destino.

Frankfurt no suele estar muy valorada en la lista de ciudades alemanas. Sí, centro comercial y de negocios pero pocas cosas que ver. Y muy cara. Yo, para variar, discrepo. La ciudad me encantó. Esos rascacielos al modo norteamericano pueden impresionar, pese a que comparado con las ciudades del otro lado del atlántico el distrito financiero es relativamente pequeño, pero el hecho de que estos edificios estén en grandes avenidas y parques hace que la sensación sea mucho más tranquila. Una buena combinación que me resultó bastante agradable.

Lo primero que tiene que hacer uno es subir al piso más alto de la Zeil Galerie, en pleno centro de la ciudad, que es uno de los sitios desde donde mejor se disfruta del bonito frankfurter panorama. Justo debajo se encuentra la Hauptwache, antigua plaza de armas de la ciudad donde confluyen las calles más importantes y comerciales


Skyline de Frankfurt



Hauptwache, el pequeño edificio con tejado negro. A la izquierda se ve la torre de la Katharinenkirche

En el camino hacia la Römerberg se encuentra la Paulsplatz, con la Paulskirche, antigua iglesia evangélica de forma ovalada del siglo XVIII donde en 8 se reunió la primera Asamblea Nacional alemana. En el centro de la plaza, preciosa y antigua, se encuentra el Einheitsdenkmal o monumento a la unidad, de 1903.


Conmemoración


Monumento a la Unidad

Desde ahí sólo hay que bajar un poco hacia el Römerberg, plaza central de la ciudad y escenario de coronacion en su época de los emperadores alemanes. En efecto, estamos en Alemania. El centro histórico de la ciudad, con edificios de construcción inequívocamente germana, está muy bien cuidado.


Römerberg

En esta plaza, presidida por la Gerechtigkeitsbrunnen o fuente de la Justicia, y por la Nikolaikirche, se alza el Römer, ayuntamiento de la ciudad compuesto por varios edificios y con dibujos que hacen alusión al Apfelwein o vino de manzana, tradicional de la zona. Muy cerca se encuentra la catedral, reconstruida tras la segunda guerra mundial.


Römer o Ayuntamiento


Torre de la Catedral en obras

Si se sigue bajando se llega al río Mainz, desde donde también se pueden ver los rascacielos. De ahí, y a través de las Wallanlagen, parque con forma de anillo de 5 kilómetros de largo que rodea el centro de la ciudad, se puede llegar a la Theaterplatz e iniciar un paseo entre los grandes y altos edificios de esta ciudad, rodeados de verde por todas las partes empezando, como no, por el famoso símbolo del euro.

Sobre el Mainz



Nuestro Euro y la Eurotower, Banco Central Europeo


Arte espontáneo


Wallanlagen

Nuestro
punto final fue la Alteoper, el antiguo teatro de la ópera, también reconstruido siguiendo su antiguo estilo neorrenacentista de finales del siglo XIX. Por allí había una serie de puestos y carpas con alguna que otra atracción. Verano, sol, que su llegada implica la salida masiva de alemanes a la calle.


Alte Oper

Y finalmente, la bolsa, con su toro y su oso que simbolizan los distintos periodos bursátiles y las distintas actitudes, las expansivas, seguras y fuertes frente a aquellas en las que se tiende más a recoger.


Bolsa de Frankfurt


¿Toro u oso?

Así llegó la noche. Esa tarde España había ganadoa Suecia en el segundo partido de la primera fase de la eurocopa. Vimos algo del Rusia - Grecia en una terraza de un pub irlandés
. Luego fuimos a cenar por un centro plagado de gente, para volver a casa un poco tarde. Me gustó la ciudad.

Celebración de la victoria española. Los españoles somos una plaga...

jueves, 11 de diciembre de 2008

Schnee

Llegó de nuevo la nieve a la ciudad. Hace tres fines de semana se declaró oficialmente el inicio de la temporada invernal. Nevó un poco, suficiente para que todo se volviera blanco. Y en las montañas, más aún. Anteayer volvió a empezar a nevar y ayer lo hizo con relativa fuerza, de tal forma que esta mañana volvíamos a disfrutar de un paisaje nada común para quien estas líneas escribe. Y además, en época navideña. Este es el aspecto que presenta el campus de mi Universidad.


El edificio de la derecha es mi instituto


Plaza central, con árbol de Navidad incluido


¿Llegará así el espíritu navideño?

martes, 9 de diciembre de 2008

Elbhangfest en el Schloss Pillnitz

Esa mañana de sábado, tras disfrutar de Rigoletto y de un paseo nocturno por la capital sajona, amanecimos en Dresden, en plena Prager Straße. Curiosa calle, construida en el siglo XIX para conectar la estación del tren con el centro de la ciudad, que fue destruida tras la segunda guerra mundial y reconstruida al soviético modo en la época socialista. Tanto entonces como ahora sigue siendo la calle más comercial de Dresde, desde la cual se puede contemplar el estilo urbanísico de la antigua Alemania del este. Aún así, las obras, reconstrucciones y reparaciones parecen ser algo eterno en este bella ciudad.


Prager Straße

Tras desayunar en una de las pastelerías que había por allí y dejar nuestro hotel, pillamos un taxi siguiendo las recomendaciones de Jan que nos condujo a la parte sureste de la ciudad, junto al Elba, que cruzamos en un pequeño barco para llegar a nuestro destino, Pillnitz. Si visitan Dresde, reserven un poco de tiempo ara disfrutar del Schloss Pillnitz, una serie de palacios y edificios de estilo chino y fardines franceses e ingleses a la orilla del río Elba, constuidos en el siglo XVIII con el fin de ser la residencia estival de Augusto el Fuerte, a la sazón Elector de Sajonia, Rey de Polonia y Gran Duque de Lituania. En mi visita anterior el mes de febrero apenas pude pasear por allí, y además la batería de mi cámara decidió perder su energía..


Neues Palais


Schloss Pillnitz desde el Elba

Pero ese fin de semana era especial, porque se celebraba allí el Elbhanfest, con sus cabalgatas, puestos de comida y actuaciones musicales y culturales por todos los rincones del castillo y jardines. Alrededor de nueve euros nos costó que nos pusieran una pulsera azul en la muñeca que nos permitía entrar por un día en el recinto. Además el día acompañó, ligeramente nublado y fresco, pero apacible. Y no sólo por eso, sino por la hospitalidad alemana. Dominukus, el amigo de Jan, natural de aquella zona auqnue ahora vive y trabaja aquí en Bayreuth, puso a nuestra disposición su casa, su comida, sus dulces, sus cervezas, su pequeño jardín y sus amigos.


Actuación en el Neues Palais


¿Un crucero por el Elba?

Y después de aquello, carretera y vuelta para Bayreuth. Jan, que es personaje peculiar, intentó enseñarnos canciones típicas alemanas con las que hacer que el viaje por las autopistas alemanas fuera más ameno. Así que allí estábamos aprendiendo a cantar el Hoch auf dem gelben Wagen. Que conste que nosotros hicimos lo propio con canciones españolas. Y así llegamos de nuevo a nuestra Baviera, tras un fin de semana memorable.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Sin espíritu navideño

Lean este breve artículo del amigo Javier. El tiempo vuela. Hace nada, anteayer como quien dice, estaba pasando un día con un amigo murciano en Toledo a más de 40ºC de temperatura y hoy... hoy estoy ya a punto de volver a casa por Navidad. No lo asumo. Y no por el tiempo más frío, por la nieve, por la falta de luz, no. De hecho eso, al contrario que el año pasado, no me afecta para nada. No puedo creer que, de nuevo, tengamos aquí los mercados de navidad, con sus mismos puestos y con sus mismas cosas. Que sí, que es bonito, pero cuando algo se vive por segunda vez deja de tener su gracia. No sé si insatisfacción sería una palabra que podría definir tal sensación. O simplemente aburrimiento.

El año pasado visité varios mercados de navidad, me compré un calendario de adviento que marcaba el día de mi vuelta a España, me regalaron un San Nicolás de chocolate, deseaba volver con todas mis ganas, el viaje de vuelta fue motivo de alegría e ilusión. Y este año... nada. A día de hoy no termino de asimilar que otro año se ha ido y que, como también dice hoy el amigo acolostisch, todo tiende a repetirse y a no cambiar en el tiempo. Y cuando vives las cosas por segunda vez, la novedad se termina perdiendo y todo pasa a convertirse en rutina.