miércoles, 28 de noviembre de 2007

El mercado de navidad y la nieve cuajada

Ya ha empezado la Navidad en Jena, este lunes precisamente, con la inauguración del mercado de navidad. Primer día y primera visita, ya que a su vez éramos visitados por un investigador italiano, así que antes de la cena y bajo un cielo que descargaba agua-nieve, disfrutamos del famoso glühwein alemán. ¿Y por qué les cuento todo esto?

Amanecer de martes desde mi ventana

Porque ayer fue un día horroroso. La noche anterior me costó mucho dormir y por la mañana, tras el tradicional apagado del móvil a las 7.45 para seguir durmiendo, volví a abrir los ojos a las 8.47. Nada malo en principio, salvo que los martes tenemos reunión de grupo- departamento a las 9 de la mañana. Aparte de eso me sentía como si no hubiera dormido nada, y encima, al abrir la ventana, me encontré con la sorpresa de que todo estaba blanco. Llegué tarde al trabajo, aunque no mucho. A las 9.15 ya estaba en el Instituto y 5 minutos después, tras quitarme todos los abrigos, en la sala de reuniones. Todo un récord, con tiempo incluso para tomar una foto antes de salir de casa, y de desayunar, obviamente.

Tengo que decir, por cierto, que la nieve en el suelo es un auténtico coñazo, aparte de ser bastante peligrosa. Pese a tener mis flamantes botas de montaña con sus suelas tipo neumáticos de invierno, la nieve y el hielo resbalan una barbaridad. La cuestión es no preguntarse si me voy a caer o no, sino cuándo me caeré, si antes o después. Por lo pronto ya he aprendido a decir que algo resbala en inglés, slippery, así que no hay mal que por bien no venga. Al final voy a tener razón cuando el lunes por la noche, volviendo a casa con la gente del grupo, le dije a mi jefe de broma que me iba a tener que comprar unos bastones con clavos para poder andar.

Ah, sí, lo del glühwein de las narices. Cuerpo fatal ayer, dormido, cansado y más en mi mundo que de costumbre, incapacitado totalmente para cualquier actividad salvo para estar durmiendo en la cama. Mi jefe lo ha achacado a la mezcla con las cervezas posteriores que tomamos por la noche. El italiano, que me contó que también había dormido fatal, le echa la culpa al "vino peleón". A saber, pero me parece a mí que el lunes fue la primera y la última...

domingo, 25 de noviembre de 2007

Dresde

Tenía pendiente el artículo correspondiente, tras la vista de finales de Septiembre. Después de la vista a Berlín y la no mucha predisposición de Pablo a venir a Jena, al siguiente fin de semana acudimos a Dresde. El día fue espectacular, de pleno verano, como podréis ver en las fotos. ICE hasta Leipzig y luego otro ICE hasta Dresden (nombre de la ciudad en alemán). Existía también la combinación de n+1 trenes regionales, pero, tal y como le dije un amigo de Jena originario de Valencia, "ya somos doctores hechos y derechos y podemos ir en ICE más cómodamente. Además hay que aprovechar la BahnCard 50".

Dresden Hauptbahnhof

Dresde es una ciudad bonita, sin duda, pero ese día me decepcionó un poco, quizás injustamente. Yo iba con la idea preconcebida de todo lo que había escuchado y leído, y es que se dice que Dresde es la Florencia del Elba. Pues eso, acompañado de la recientísima visita a Berlín, ciudad realmente fascinante, hizo que Dresde me pareciera poco, quizás me esperaba más. Además, ese día no llevaba yo el mando de la visita, y no me terminaba de orientar con los planos y monumentos, lo que también pudo influir. Tengo que decir de todas formas que mientras he estado recopilando las fotos para escribir el artículo, me he alegrado bastante, porque me han parecido preciosas. Por lo tanto se puede decir que Dresde es una ciudad cuya visita es imprescindible. Prácticamente destruida tras los bombardeos de la segunda guerra mundial, casi la totalidad de sus monumentos han sido reconstruidos.

Tras bajar del tren y encontrarnos con Pablo, fuimos en tranvía hacia el centro de la ciudad. Cerca del Zwinger desayunamos. El Zwinger es una fortificación barroca, uno de los símbolos de la ciudad, con naves a ambos lados, un jardín en el centro y el Pabellón de las murallas o Wallpavilion en la parte central.

Wallpavillon

Deutscher Pavillon con su Kronentor, que alberga la Zwingergalerie

Zoologister Pavillon

Bonita vista de los jardines centrales, con sus fuentes, y el Glockenspielpavillon


De ahí nos fuimos a la Neumarkt, pasando por el Schloss y la Hofkirche, de estilo barroco romano, ahora declarada Catedral. En la Neumarkt destaca sin duda la famosa Frauenkirche, la iglesia más antigua de la ciudad, del siglo IX, totalmente reconstruida en la actualidad y con una estatua de Lutero a la entrada.

Schloss

Hofkirche

Hofkirche (izquierda) y Schloss (derecha) desde la Theaterplatz

Neumarkt

Frauenkirche

Abundan los palacios en el centro de la ciudad. Tras pasear por la orilla del Elba en la Terrasenufer, cruzamos el puente de Augustus en dirección a la Neustadt. Por allí Pablo nos llevó a un gran parque y a una de las orillas del Elba donde se puede captar una buena panorámica de la ciudad. Encontramos un sitio donde simulaban la Oktoberfest bávara y allí comimos algo.

Desde la otra orilla del Elba

Jugando con Pablo en la Neustadt

Ya por la tarde, de nuevo en el centro, en una Theaterplatz presidida por una estatua ecuestre del rey Juan I de Sajonia (un señor que vivió en el siglo XIX y que se pasó media vida intentando traducir La Divina Comedia de Dante) visitamos la Ópera, con su entrada coronada por una cuadriga.

Semperoper, desde la Theaterplatz

La visita terminó con un café, otro paseíto por el centro y volviendo a Jena por el mismo camino que vinimos. Otra ciudad más para la colección.

sábado, 24 de noviembre de 2007

De nuevo al Hauptgebäude para meditar sobre las puertas

Allí comí ayer, tras más de un mes, dos incluso diría yo. Después de preparar unas muestras, mi jefe me preguntó que si me iba a comer con él y, aunque no entraba entre mis planes porque últimamente suelo ir a casa, le dije que sí. Últimamente pasaba totalmente de mis compañeros de trabajo en cuento al lunch se refiere, por la sencilla razón de que parece que esa es la tónica general alemana, cada uno a su bola.

Ayer, sin embargo, se nos sentó un chico en la mesa, previa petición de permiso, algo que creo que también es normal en Alemania. En esto parece que la costumbre alemana es bastante diferente a la española. Recuerdo una vez en la que un imbécil del centro donde trabajaba en Sevilla se pilló un buen rebote porque un día en el que el comedor estaba bastante lleno, y tras llevar esperando más de media hora a que se terminaran el café y la tertulia, nos sentamos al otro lado de la mesa alargada en la que estaban él y sus compis. A fin de cuentas es un comedor para la gente que trabaja allí, no es un lugar para cenas privadas románticas, y ante todo somos compañeros de trabajo. Ahí me vino la idea del distinto grado de sociabilidad de la gente en distintos países, lo que provocó un diálogo con mi jefe, en alemán, que intentaré reescribir:

Ich: Hay una cosa que no me gusta del instituto, y es que nadie come con nadie. No sé si será normal en Alemania o es algo específico de Jena o de nuestro instituto. Todo lo contrario que en España, donde siempre nos reunimos y buscamos para comer, sea gente del mismo grupo o de otros, es quizás el acontecimiento social más importante del día.

Der Chef: Sí, es cierto, aunque en Bayreuth las cosas son diferentes.

Ich: Bueno, no es comparable, ten en cuenta que primero, aquello es un Instituto de investigación y, segundo, hay muchísima gente extranjera trabajando allí.

Der Chef: Ya, pero aparte de eso, la gente en nuestro instituto no es muy sociable. Fíjate en una cosa, la única puerta de un despacho que está abierta en todo el instituto es la tuya. Todas las demás están cerradas, la gente se encierra y no interacciona apenas.

Ich: La verdad es que no me había fijado en eso, supongo que habrá sido un acto instintivo, no lo había pensado para nada.

Me ha llamado la atención eso de las puertas. Mi jefe es demasiado observador, y no sé si debo preocuparme por tal hecho, y es que me voy a sentir más observado y examinado aún. Ahora que lo pienso, en mi Instituto de Sevilla casi todas la puertas de los despachos o laboratorios están abiertas como norma general cuando la gente está trabajando. Las pocas veces que yo cerraba la puerta del laboratorio era cuando necesitaba mucha concentración o bien cuando los de enfrente tenían la música algo alta. En California, si la cerraba era por el frío, y allí había división de opiniones, casi un 50:50. De Finlandia no puedo opinar porque estuve en verano, aunque creo que los que estaban sí tenían la puerta abierta mientras trabajaban en su oficina. Curiosa correlación, sin duda.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Leipzig

Bonita ciudad de Sajonia, la más importante del este de Alemania tras Berlín. Ciudad comercial por excelencia desde la antigüedad, en la que actualmente vive alrededor de medio millón de personas. Allí estaba yo el domingo pasado, invitado por el amigo Luis, medio alemán él ya.

Gran fuerza de voluntad tuve que hacer para madrugar un domingo, pero no hay otra forma de visitar sitios. Además, hacía bastante frío. Llegué a la estación de tren hacia las 10 de la mañana, donde me recogieron. Seguidamente, hicimos un brunch, esta mezcla de desayuno y almuerzo. Parece que es una costumbre típica alemana, al menos en el sitio en el que estuvimos, donde se reúnen familias con niños para pasar las primeras horas del domingo. Los niños podían incluso pedir prestados muchos juegos. Y, tras esto, comenzamos la visita a la ciudad.

La primera parada tuvo lugar en la Markplatz, plaza céntrica de toda ciudad alemana que se precie, donde se sitúa el Altes Rathaus, o ayuntamiento viejo, construido en el siglo XVI y de estilo renacentista.

Altes Rathaus, Markplatz

Tras esto, visitamos la Nachmarkt, el mercado de los dulces. Allí está la Alte Handelsbörse, o Bolsa antigua, actualmente una sala de conciertos. Una estatua de Goethe preside la plaza. Una cosa que me llamó la atención de la ciudad fueron sus galerías comerciales, calles normales pero cubiertas, dentro de edificios. Allí se puede encontrar un innumerable número de tiendas de toda clase y condición.

Alte Handelsbörse y Goethe Denkmal

Otro de los puntos notables de la ciudad es la Iglesia de San Nicolás, Nikolaikirche, cuya construcción se inició en el siglo XII aunque no fue hasta el XVI cuando se finalizó. Sitio importante porque fue aquí donde se inició la rebelión contra el régimen socialista, a finales de los años 80. Lo que comenzarin siendo oraciones por la paz, lunes tras lunes, se convirtieron en símbolo de la resistencia al comunismo, llegando al momento de máxima tensión el 9 de Octubre de 1989. Ya desde el mes de mayo de ese año la policía del régimen socialista bloqueaba los accesos a la Iglesia e incluso a la ciudad, intentando que las concentraciones se desarrollaran en algún lugar no céntrico de Leipzig. Pese a las detenciones, la afluencia de manifestantes aumentaba lunes tras lunes. El 7 de Octubre, aniversario de la fundación de la RDA o DDR, en una ciudad ferozmente controlada por militares, milicias y policías uniformados o vestidos de paisano, la policía apaleó durante más de 10 horas a personas indefensas que se concentraban junto a la Iglesia de San Nicolás, llevándose en camiones a cientos de manifestantes, que fueron apretujados en establos en la ciudad de Markkleeberg. Desde el régimen se llamaba a acabar con lo que ellos consideraban como la contrarrevolución, haciendo uso de las armas en caso de ser necesario. La situación que se vivió el 9 de Octubre de 1989 fue bastante tensa, aunque finalmente el régimen, ya en plena descomposición, cedió ante la rebelión ciudadana. En el exterior de la plaza se reunieron decenas de miles de personas con velas en las manos. En memoria de los represaliados, simulando a estas velas, se pueden ver baldosas blancas en el suelo de la plaza, que se encienden cada noche.

Nikolaikirche


La Augustusplatz es un amplio espacio donde se encuentran dos edificios eminentemente culturales, la Opernhaus, Ópera, y la Gewandhaus, donde se pueden disfrutar, entre otros, de conciertos de la Gewandhausorchester, una de las más famosas del mundo.

Opernhaus

Gewandhaus

El Neues Rathaus, ayuntamiento nuevo, construido a principios del siglo XX en torno a una torre redonda de 114 m de altura también merece la pena ser visitado, así como la Iglesia de Santo Tomás, Thomaskirche, la más antigua de la ciudad, donde los fines de semana se puede disfrutar de las espectaculares representaciones que hace el coro de cantatas y otras obras de Bach, quien fue director del coro de esta iglesia. Se puede ver una estatua suya en la plaza exterior, así como la Thomasschule, una escuela fundada en el siglo XII. Nosotros tuvimos la suerte de que en el momento en el que entramos, el coro estaba ensayando.

Neues Rathaus

Thomaskirche

Bach-Denkmal

Aquí finalizó la visita turística. Cené con Luis y su familia en su casa, disfrutando de buena comida y bebida, como queso de Mahón, sobrasada y una fabada exquisita, para volver seguidamente a Jena. Llegué en el primer ICE y me marché en el último. No dejen de visitar la ciudad, merece la pena realmente.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Nieve

Fallé en mis pronósticos por algo más de un mes, y es que hoy, 14 de Noviembre, he visto nevar por primera vez en mi vida. Eran las 8 de la mañana y durante el resto del día ha estado nevando intermitentemente. No ha sido una nevada fuerte, sino que hemos tenido pequeños y ligeros copos que se derretían justo al llegar al suelo, por lo que no ha cuajado en las calles. Las estampas blancas tendrán que esperar un poco más. Pero sí se han podido ver cubiertas de blanco las cumbres de las montañas que protegen a la ciudad de Jena. Ahí estamos, como un niño con zapatos nuevos. Dentro de poco me veo jugando con la nieve y haciendo muñecos.

Desde mi ventana

Karl-Liebknecht Straße

sábado, 10 de noviembre de 2007

Es ist kalt, aber nicht so viel

Pero quizás no tanto como nos espera. Eso me dijo ayer mi compañero checo de despacho, que para nada hace frío (aún). Vista tal perspectiva hoy mismo he decidido comprarme un abrigo algo más grueso que el que he traído de España, unos guantes hipermegaaislantes y un gorrito de lana.

Amenazas de nieve y fuertes vientos en el Thüringer Becken

No ha sido esta una buena semana, que se me ha hecho larguísima e interminable. Más sueño y más cansancio de lo habitual han hecho que haya estado demasiado apático, haciéndoseme imposible levantarme por las mañanas, pese a dormir las horas en teoría suficientes. Y encima, la charla que tuve que dar en el Instituto el pasado martes no me gustó en absoluto, aunque luego mi jefe me dijo que había estado bien. Supongo que el cambio de hora y esto de que a las 5 de la tarde ya sea noche cerrada no sale gratis, y menos para un español del sur.

Tras la granizada del martes, desde mi ventana

De todas formas aún no ha nevado, y yo sigo manteniendo mi apuesta sobre la primera nevada en Jena, que se producirá el 15 de Diciembre. Sin embargo, el pasado martes, justo cuando estaba almorzando en casa, cayó una importante granizada que dejó algo blanco el suelo, lo que puede ser un preludio de lo que nos espera. Who knows...

domingo, 4 de noviembre de 2007

La cena

El jueves anterior me encargué de reservar uno de los salones de la casa-residencia donde vivo actualmente. Mi casa es pequeña y no cabe mucha gente, pero tampoco sabía si me iban a dejar usar una Seminaraum para una cena con amigos. Resulta que ese es su propósito principal, así que no hubo ningún problema. El viernes me dieron las llaves tanto de la sala como de la cocina que podía usar, una pasada. Teníamos hasta piano.

Menú de la noche


El sábado por la noche pasamos un buen rato, disfrutando de la rica gastronomía española, como ustedes pueden observar: Dos tortillas de patatas de ocho huevos cada una, endivias con roqueford, aceitunas, jamón, queso, pimientos con atún y vinos de La Rioja y Sicilia. Al final no nos juntamos muchos, cinco en primera convocatoria y siete en segunda, ya que gran parte de la comunidad estaba fuera de la ciudad, pero acabamos con todo. Faltó que alguno se animara a amenizar musicalmente la noche. Así fue cómo dejé de ser joven de manera oficial, ahora en Alemania.

sábado, 3 de noviembre de 2007

27

Nada original, que el autor reclame sus derechos, pero

El número 27 es:

Y hoy, me toca.

viernes, 2 de noviembre de 2007

En la parte checa

Y un frío domingo llegó en Bozí Dar, donde habíamos pasado la noche. Gracias al cambio de hora pudimos dormir una hora más. Además, ese día no teníamos tantas cosas que ver, por lo que no merecía la pena madrugar excesivamente. De nuevo, una espesa niebla nos acompañaba; esa noche, de hecho, bajamos de los cero grados.

Iglesia de Bozí Dar desde la ventana de mi habitación

Tras el desayuno nos volvimos a montar en las furgonetas y seguimos viendo rocas. Afortunadamente las visitas fueron bastante más limpias que en el día anterior. Yo ya no estaba tan interesado en el tema científico, todo hay que decirlo. Ya no eran las rocas que yo voy a estudiar, aunque siempre es momento para aprender. Por otra parte, también hay que considerar la paliza del día anterior.

Rocas metamórficas checas

Destaco la visita la que hicimos a Mariánských Lázní, ciudad en la que creía que íbamos a dormir, donde vimos un museo de rocas al aire libre. Preciosa la estampa otoñal, con las hojas caídas de los árboles sobre el suelo y una tonalidad marrón general característica, con la gente paseando abrigada en aquella gélida mañana dominical. Una parada más nos quedaba, ya en plena naturaleza. Esa parte de la República Checa es bonita, con sus bosques y formaciones geológicas. Un fin de semana por allí debe estar bien, preferentemente en verano, alejado del mundanal ruido.

Entrada al parque geológico de Mariánských Lázní



Roca que causó sensación


Bonita estampa otoñal

De izquieda a derecha, algo desenfocados: Michael, servidor, Ettore y Simone

Tras separanos las furgonetas y despedirmos, los componentes de la parte alemana de la red (dos alemanes, un checo y un español) iniciamos camino de retorno a casa. Por el contrario, la furgoneta que iba camino del aeropuerto de Praga iba completamente llena. Llegamos a Bayreuth a las 16.30 y yo pillé un tren destino Jena a las 17. Era la primera tarde-noche del nuevo horario, y a las 17.30 ya era casi de noche. Terrible. Unas tres horas más tarde estaba, por fin, en casa. Esta vez el tranvía de Jena sí hizo el recorrido oficial. El fin de semana había sido excepcional, pero había acabado muy cansado. Había conocido a mucha gente y volvía el crudo retorno a la vacía rutina diaria, como después de todo congreso. El lunes hice caso a mi jefe, que dice que trabajamos para vivir y no al revés, y me quedé en casa, calentito y descansando. Tenía que comprar cosas y, sobre todo, necesitaba dormir y descansar.