Hace un par de sábados tocó volver a la capital francona. Esta vez, acompañado de la Armada española, que estaba interesada en ver este edificio, originalmente una especie de anfiteatro construido a mayor gloria de los nacional socialistas alemanes y hoy reconvertido en una especie de museo del horror y del terror.
No nos costó llegar, y es que con un coche todo es distinto. Bueno, y con un guía que tenga un cierto sentido de la orientación y que sepa cómo llegar a los sitios. Nada más entrar nos dieron una audioguía, que se podía escuchar en español.
Impresiona el sitio, sobre todo al principio, aunque luego empieza a cansar un poco. Es tremendo ver toda la maquinaria de propaganda y de terror nacional socialista, la purgas internas, la organización de los eventos, cómo cuidaban hasta el más mínimo detalle de imagen, la serie de organizaciones que se ocupaban de todo, en definitiva, la Historia de Alemania desde el final de la primera guerra mundial hasta el final de la segunda, la crisis de las instituciones y el camino de un país hacia el desastre. Me llamaron la atención dos cosas en especial. La primera era el método para determinar la pureza de una persona, a la que se identificaba con determinados símbolos dependiendo del número de antecedentes judíos, lo cual iba asociado a ser o no ciudadano. La segunda fue un mapa con todos los campos de concentración. Y, finalmente, salida al anfiteatro. Me faltó algo más de Goebbels, que apenas apareció en el museo.
Y dada la compañía, con un currícum enfocado en el derecho, la siguiente parada fue la famosa sala donde tuvieron lugar los Juicios de Nuremberg, tras la segunda guerra mundial. Todo un hito desde el punto de vista del Derecho, con la creación de una especie de Derecho internacional. Esta sala está cerca del centro de la ciudad, hacia el suroeste. Tuvimos que esperar un rato a la siguiente sesión, así que aprovechamos para comer algo y beber una cerveza.
Lederer, una de las mejores que he tomado aquí en Alemania, por cierto. Lástima, porque parece ser una cervecería pequeña y tradicional y por ahora no la he encontrado en ningún sitio. Habrá que ir allí exclusivamente.
Estuvimos en la sala del juicio unos 20 minutos, con documental en alemán con subtítulos en inglés incluido. Curioso eso de que, de repente, en pleno juicio, nadie sabía nada. Dicen que la sala original era algo más grande. Llamativo el sitio, sí.
Y tras la visita, paseíto por el centro de la ciudad, con lluvia fuerte incluida. La comida fue en un sitio de lo más tradicional de la ciudad, junto al río, el Heilig-Geist-Spital, donde disfrutamos de diversas especialidades regionales, siguiendo la recomendación de R. Después, cuando ya había dejado de llover, nos centramos en la Karolinentraße, la calle comercial por excelencia de Nürnberg. Un frapuccino cayó en un Starbuck que estaba por allí. Eso y una magdalena de chocolate. Sí, es algo que echo de menos desde que estuve en los Estados Unidos. Entretanto, nos dedicamos a conversar sobre las cosas de nuestro país, quizás con un poco más de tranquilidad y con otra perspectiva, dada nuestra residencia actual, alejada del mundanal ruido. Hablamos de la prensa y de los grupos de comunicación, y esta vez la conversación se centró en el director de uno de los principales periódicos de nuestro país. Finalmente, vuelta a casa, a Bayreuth, apenas tenía unas horas para preparar la maleta...
2 comentarios:
eresante, sobretodo lo de la cerveza ;)
gracias! muy bueno tu relato!
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