jueves, 8 de mayo de 2008

De Nederlandse partij

La vida del investigador en el extranjero es dura, no tiene uno tiempo para nada. Hoy me lo comentaba D, un italiano insultantemente joven, cuando íbamos a hacer la compra: "esto de nadar un día, jugar al fútbol otro, salir a cenar otro y demás está muy bien, así tengo cosas que hacer y no me siento solo, pero es que el tiempo vuela y no me da tiempo para nada, que también tengo que limpiar la casa y lavar la ropa". No lo ha podido describir mejor.

El sábado pasado nos invitó Willem, un holandés de casi dos metros con un inglés horrendo para los no alemanes u holandeses. Parece ser que una mudanza debe ir acompañada de una fiesta para los compañeros, de procedimiento ya establecido: a llevar cosas, tanto comida como bebida. Yo no quería repetir la tortilla, así que me pasé unos días pensando en qué hacer, aunque sin éxito, ya que creo que es lo más sencillo y fácil de compartir en ese tipo de encuentros. Además, el anfitrión me lo repitió varias veces durante la semana, así que no me quedaba otra.

A fuego lento

Al final llegamos de lo más puntuales posibles, a las 8 en punto de la tarde. Digo que llegamos porque mis amigas españolas se unieron a la celebración. Tanto en el Glashaus como la semana pasada en el Festival de la cerveza de Maisel (se me acumulan las cosas que contar y la falta de tiempo para redactar, perdonen ustedes) yo ya había conocido a sus compañeros de trabajo, alemanes todos. Esta vez me tocaba a mí hacer lo propio con los míos. Y parece ser que les gustó el ambiente que se vive en el instituto, con esa mezcla de gente de tantos países distintos, tan diferente a su entorno laboral. Vino español llevaron ellas.

Mesa central con víveres

Hasta mi jefe se apuntó al evento, no sé si al rumor de la tortilla o simplemente al ruido de la cerveza. MJ y R estuvieron hablando con él un poco en la lengua de Goethe. Es curioso, hoy, mientras me tomaba una cerveza tras el almuerzo en una terraza en el campus junto a MJ, me confirmaba algo que yo llevo pensando desde hace mucho tiempo: mi jefe es raro. Tiene un humor bastante extraño, no se sabe cuándo va en serio o en broma, y unas reacciones algo peculiares. Por lo menos ya no lo digo sólo yo...

The Spanish Armada

Otras horas agradables, disfrutando de unos pimientos rellenos de carne y arroz al estilo ruso, de verduras a la plancha, de salchichón italiano, patatas al horno a la holandesa y sake japonés. En teoría, según mi experiencia, el nivel de confianza adecuado con nuevas personas se alcanza alrededor de tres meses despúes de conocerlas. Se ve que estamos llegando a ese punto.

Nacionalidades diferentes

1 comentario:

Anónimo dijo...

Arriba esa tortilla!
Por qué a veces la gente es G. punto y otras es con nombre completo?
Saludets
G.