Cuarta ciudad en población de Turingia, y una de las más bonitas, si no la que más. Weimar siempre ha estado asociada al mundo de la cultura, debido sobre todo a Schiller y a Goethe, que vivieron bastante tiempo en esta ciudad. Famosa también porque fue aquí, en un lugar alejado de la agitada Berlín, donde tras la Primera Guerra Mundial se establecieron las bases del nuevo régimen alemán, conocido como la República de Weimar. Se dice que fue el primer intento serio de los alemanes por implantar un orden democrático, aunque al final acabara como acabara...
Fría mañana de sábado, húmeda y con algo de lluvia. Tres personas en principio nos citamos en Jena West para ir a Weimar, situada a apenas un cuarto de hora en tren. No me gusta ir ya a Jena West. Antes vivía casi al lado, pero desde que me mudé a Jena Ost, me toca hacer un paseo considerable cada vez que quiero ir a esta estación, parada de la línea de tren en sentido Oeste (Frankfurt) -Este (Gera). Hacia las 11 de la mañana llegamos a Weimar.
La estación de tren está un poco distante del centro de la ciudad, al que se llega andando en unos 10 minutos. La primera parada de interés, tras la Goetheplatz, centro de transportes, es la Theaterplatz, donde se encuentran el Deutsches Nationaltheater o Teatro Nacional, con estatuas de Goethe y Schiller a la entrada, y el Bauhaus Museum. El teatro, constuido a principios del siglo XX, fue el edificio donde se proclamó la Constitución de la República de Weimar, el 11 de Agosto de 1919.
Lo bueno que tiene el mes de Diciembre es que las ciudades alemanas se transforman por completo con la excusa de la Navidad. Tras tomar un café (bueno, yo un zumo de naranja) y bajar por la Schillerstraße, llena de puestos navideños, se llega a la Marktplatz. Como seguramente usteden sabrán, la Plaza del Mercado es el centro neurálgico de toda ciudad alemana que se precie, sitúandose allí el Ayuntamiento, que en el caso de Weimar data de mediados del siglo XIX. En la plaza se pueden ver también la fuente de Neptuno, el hostal de los osos negros, la Gasthaus Elephant y el palacio Cranach-Haus. Además de todo eso, por las fechas en las que estamos, allí se encuentra el Weihnachtsmarkt.
Seguidamente se puede seguir bajando, esta vez por la Frauentorstraße, hacia la Frauenplan, plaza donde se celebra en octubre el mercado de cebollas, aunque ahora hay una especie de mercado medieval. Con la fuente de Goethe en el centro, el edificio más importante es la Goethehaus, edificio barroco donde este hombre del renacimiento vivió desde 1782 hasta 1832, año de su muerte. Digo lo de hombre del renacimiento porque, aparte de ser poeta y escritor, este hombre se dedicó también a las Ciencias Naturales. En la Wikipedia lo definen como novelista, dramaturgo, poeta, científico, geólogo, botánico, anatomista, físico, historiador de ciencias, pintor, arquitecto, diseñador, economista, director de teatro, filósofo humanista y, durante diez años, funcionario del Estado de Weimar.
Hay que reconocer que el señor Goethe vivía bien. Tras el famoso Salve a la entrada, la casa está compuesta por un conjunto de habitaciones y habitaciones donde leía, recibía a invitados, escuchaba música, redactaba... hasta 20 espacios distintos muy cuidados, con bustos, estatuas y bastantes utensilios no sólo decorativos, así como una gran biblioteca y una interesante colección de minerales. Un mineral tiene en su honor, la Goethita, un hidróxido de hierro, α-FeOOH. Tras la cultural visita (y la del día posterior a Leipzig), me he prometido a mí mismo que voy a intentar leerme el Fausto.
Después de la visita a la casa me encontré con mis dos acompañantes, Isabel y Paola. Comimos algo en el Weihnachtsmarkt y seguimos visitando la ciudad. Francisco se nos unió hacia las dos de la tarde. Seguimos bajando hacia el Park an der Ilm, río que discurre por la parte oriental de la ciudad, donde se encuentra la Goethe Gartenhaus. El parque, de estilo inglés y de unas 60 hectáreas, también fue diseñado por nuestro amigo.
De vuelta, visitamos el castillo, Stadtschloss y la Fürstenhaus, en la Platz der Demokratie, presidida por una estatua ecuestre del duque Carlos Augusto. Este último edificio fue sede del Parlamento de Turingia durante la República de Weimar, y ahora es una escuela de música.
Tras encontrarnos con Ana, una chica italiana con la que habíamos quedado tras sus clases de japonés, nos tomamos otro café, para finalmente visitar la Herderkirche y volver de nuevo a la Marktplatz, donde nos tomamos el glühwein de rigor, en una taza en forma de bota, que para eso estamos casi en Navidad.
A las 6, ya plena noche alemana, volvimos a Jena. Como estaba la cosa animada nos fuimos a nuestra Marktplatz y Weihnachstmarkt y nos tomamos otro glühwein. Es curioso, pero de repente todos los alemanes que durante el resto del año están nosesabedonde, aparecen en los mercados de Navidad. ¡Qué cantidad de gente!
Y con esto acabó el día. Esta semana un amigo bromeaba conmigo diciendo que el Ministerio de Cultura o Turismo alemán debería darme un premio u algo por los artículos que escribo sobre las ciudades que visito. Yo diría que no sólo el alemán. De todas formas, a ver si alguien me propone... Visiten Weimar si tienen la oportunidad, merece realmente la pena.
5 comentarios:
Sólo un detallito: es Fürstenhaus, no Füsternhaus.
Para una visita con un poco más de tiempo a Weimar, el campo de concentración de Buchenwald también merece la pena. Como curiosidad, decir que no le pusieron el nombre de la zona en la que está (Ettersberg) porque las autoridades nacionalsocialistas no querían asociar el nombre de un paraje cercano a Goethe con un KZ.
Corregido, vielen Dank. Y el campo, lo tengo pendiente, lo que pasa que nadie se quiere apuntar...
A ver si se te anima alguien... y si no, con la excusa de volver a Berlín, Sachsenhausen al canto. Se puede organizar un «fin de semana temático» y visitar Sachsenhausen, el búnker de Gesundbrunnen (visita obligadísima), el antiguo cuartel de la Gestapo y el museo que hay debajo del monumento a los judíos junto a la Puerta de Brandenburgo. Si os va más la temporada de la guerra fría, don´t panic! Museo de la Stasi, Museo de los Aliados, Checkpoint Charlie y paseo en Trabi por el Wild Wild East si tenéis carné de conducir, para ver un Berlín más auténtico que el de Potsdamer Platz y toda la zona en un radio de hasta cinco kilómetros del muro.
Ya estuve una vez en Berlín y me fascinó. Volveré, sin duda. De todas formas mi intención es quedarme un par de años más aquí en Alemania. Además, en Febrero dejo Jena, me voy a Bayreuth, en Baviera, y seguramente al final me traiga el coche.
Cuando esté finalmente establecido tendré tiempo de visitar más sitios. Gracias por las recomendaciones ;)
Dan ganas de ir.
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