lunes, 31 de diciembre de 2007

Another year has gone by

Otro año que se va. Ha cambiado mucho en estos pasados 365 días, o quizás no tanto. Allá comenzábamos recién regresados de California y terminamos ahora en tierras germánicas. No me lo pudiera haber imaginado. Tengo la impresión de que todo ha pasado muy rápido y muy lento a la vez, lo cual no hace otra cosa que seguir confirmando mi eterna situación contradictoria. Es curioso cómo los planes que se hacen pueden variar de repente y trastocarlo todo. El 2007 se presentaba como un año tranquilo, en el que podía escribir mi Tesis Doctoral sin prisas, leerla hacia finales del año e ir pensando en lo que iba a hacer con mi vida una vez terminada esta etapa. Pero nada fue así.

No quería irme de posdoc. El inicio del año no fue precisamente bueno. Como ya habré escrito, supongo, la experiencia americana no fue gratificante desde el punto de vista laboral. No me veía con ganas ni con aptitudes para hacer un posdoc, y eso no me resultaba agradable. No estaba yo para aguantar presiones y no me veía capaz. Intenté coquetear un poco con la idea de buscar un trabajo normal en una empresa interesante pero aquello fue poco más allá de una simple idea y un par de correos electrónicos. Así que empecé poco a poco a redactar los primeros capítulos de mi Tesis, sufriendo el conocido síndrome del folio en blanco. Tengo que admitir que poco antes de regresar de California me aterraba la idea de escribir, algo que asociaba a un trabajo bastante ingrato y que suponía que requeriría mucha energía, que es una característica que precisamente no abunda en mí. Al final mi jefa me lió, usando para ello un argumento bastante sólido. Debía irme al extranjero porque cuando volviera seguiría siendo tremendamente joven, y eso era algo que debería aprovechar. Si en ese momento decidía probar en empresas, podría entrar sin ningún problema, y si quería seguir en el mundo de la docencia y la investigación, ya tendría experiencia en el extranjero. Y dio la casualidad de que la red de investigación a la que ahora pertenezco empezaba su andadura, y un amigo de mi jefa ofrecía plazas de posdoc.

Dicho y hecho. Asistencia a la primera reunión en Bérgamo, Italia, para conocer a mi posible jefe alemán, entrevistas con otros investigadores que ofrecían contratos posdoctorales, plan de visita a Jena para concer las instalaciones y escritura en 2 meses de la Tesis Doctoral, ya que necesitaba ser doctor para poder ser contratado. Desde ahí, todo discurrió muy rápido, en jornadas de 15 horas de trabajo continuo entre escritura y clases, como profesor. No fue fácil, y es que empecé a sufrir bajadas de tensión y algún que otro desvanecimiento. La cuestión es que el éxito no sólo dependía de mí, porque toda la burocracia debía salir bien debido a lo ajustado de los plazos. Esto no ha trascendido más allá de mi círculo más cercano. Entretanto, mi actual jefe alemán terminó ofreciéndome una plaza. Curioso, cuando más presión y trabajo tienes, mayor es la capacidad de concentración y aprovechamiento del tiempo. Al final salió todo bien y a principios de Julio me convertí en todo un Doctor en Química. Me sorprendí gratamente de mi rendimiento, todo sea dicho. Una vez entregada y tras cumplir los plazos la defensa pública era un puro trámite. Fue un lunes, el fin de semana anterior lo pasé relajado en la playa y la noche del domingo la pasamos con mi futuro jefe alemán visitando en centro de Sevilla y bebiendo sangría. Hizo bastante calor, unos 43ºC de temperatura máxima.

9 de Julio de 2007

Apenas pasadas dos semanas de relativo descanso y aislamiento, el 31 de Julio estaba pillando un avión destino Frankfurt, sin realmente haber asumido ni darme cuenta de todo lo que estaba pasando. No había tiempo. Para mí era como si fuera a Valencia a visitar a un amigo, no interiorizaba que me iba a vivir al extranjero, probablemente porque hacía la comparación con California. Ese día y esa despedida en el aeropuerto, hace sólo 5 meses, las recuerdo como si se hubieran producido hace varios años. Me quedan tan lejanas... Como mi primera casa, como los trayectos diarios para ir al Instituto desde la otra punta de la ciudad, como la vuelta a España en Octubre, como la visita a Praga al primer congreso de la red, como la mudanza a mi casa definitiva, como, incluso, el viaje de vuelta a Sevilla hace apenas una semana. Todo parece que ha pasado hace una eternidad, pero no, realmente es todo muy reciente.

Sensación de gran lejanía en el tiempo y de premura y rapidez. Así ha discurrido el 2007 que ahora se acaba. Cambiar y no cambiar al mismo tiempo, más de lo mismo en el fondo...

Y bueno, no hay propósitos para el nuevo año. Nunca los ha habido y menos ahora, porque creo que es algo folklórico. Simplemente agradecer a todo el que ha pasado por aquí. Más allá del punto egoísta e incluso exhibicionista que supone dedicar algo de tu tiempo a escribir, el simple hecho de recibir visitas y que estas interactúen, dejen comentarios y finalmente puedas tomarte un café o una cerveza con ellas, bien en Leipzig, en Vejer de la Frontera o en Sevilla; de intercambiar pareceres sobre asuntos tan superficiales como los acentos de los diferentes idiomas o bien sobre tu nuevo país o sobre países donde has pasado algo de tiempo; o de descubrir cómo las aventuras por estos mundos son seguidas por gente prácticamente desconocida, justifica sobradamente el tiempo invertido. Muchas gracias a todos.

Y con este artículo, terminamos el 2007. Las estadísticas dicen que he pasado por aquí 60 veces. No he superado el número de artículos del 2006, 71, pero por ahí ha andado la cosa. Saludillos pues. Seguiremos por aquí.

1 comentario:

b... dijo...

¡Y es que eres muy joven! Ya quisiéramos muchos a tu edad... :).

Creo que empecé a pasarme por tu blog cuando acababas de volver de las Californias... y para mí también parece que hace una eternidad de aquello. Luego te fuiste a Alemania prácticamente cuando yo me vine, así que me vas recordando las cosas que hice en su momento, léase el Nikolaus, los Weihnachtsmärkte y el Glühwein, sin olvidar los viajes a sitios a los que no fui, como Leipzig, Dresde, Bayreuth o Weimar, demasiado lejos de «mi Heilbronn natal».

Igual algún día nos tomamos también ese café (o mejor, unas cuantas Helles); mientras, te seguiremos leyendo...