Ciudad de unos 45.000 habitantes situada al oeste de Turingia, muy cerca de la frontera con Hessen. La localidad es famosa por haber sido el centro de producción de coches en la época socialista, con la FFE, aunque sus modelos Wartburg 311 y el Trabant han quedado como símbolos asociados a esa época pasada, los únicos coches que se podían comprar en la antigua Alemania del Este. Aparte de eso, Eisenach merece ser visitada por el Wartburg, una fortaleza elevada sobre los bosques de Turingia o Thüringenwald. En la zona céntrica se puede visitar una casa donde se dice que nació Bach.
Frío domingo de Noviembre, muy frío. Casi no superábamos los cero grados y el ambiente era bastante húmedo. No llegó a nevar pero sí vimos algo de hielo en las zonas altas del Wartburg. La idea era haber visitado Weimar, ciudad más cercana a Jena y con más nombre, quizás. Pero Isabel sugirió Eisenach y postergar Weimar para la semana siguiente. Aceptamos.
Desde Jena West se va en tren regional hasta Weimar, donde se pilla otro regional que termina en Eisenach. Todo regional equivale a comprar un Thüringen Ticket gracias al cual, por 26 €, pueden viajar hasta 5 personas en todos los trenes regionales de Turingia, Sajonia y Sajonia-Anhalt. Tras bajar en la estación se puede tomar un autobús urbano que te deja en el castillo, Wartburg. Y es que la fortaleza está algo al sur de la ciudad, en lo alto de una montaña.
La construcción del Wartburg se inició en el siglo XII, por lo que es una de las fortalezas más antiguas de toda Alemania, aunque ha sido restaurada varias veces. Aquí vivían los condes de Turingia. En los inicios del siglo XIII se empezó a desarrollar en él la incipiente poesía germánica, Minessang y en el siglo XVI Lutero tradujo en sus dependencias el Nuevo Testamento al alemán. Un personaje importate de Wartburg fue Isabel de Hungría, posteriormente canonizada y convertida en santa. Dentro del castillo se pueden ver las diferentes salas, destacando mosaicos de vidrio y la capilla, con frescos. Del exterior, dos torres. Se puede subir a la del sur, desde donde se contemplan bonitas vistas de los bosques.
Tras la visita, de nuevo el mismo autobús, esta vez destino el centro de la ciudad. No estoy muy seguro si hay que llamar para que llegue al castillo para hacer el sentido inverso, porque en la parada ponía algo de Rufbus y un número de teléfono. Nosotros, de todas formas, tuvimos suerte porque una turista japonesa se apeó en el castillo, forzándolo así a hacer el viaje de vuelta.
Y ya en el centro de Eisenach, tras comer un risotto, visitamos el resto de edificios destacados de la ciudad. Lástima de ser domingo y de estar todo cerrado. Pierden mucho las ciudades así. Como siempre, la Markplatz es el centro neurálgico. En ella están el Ayuntamiento y la Iglesia de San Jorge. Merece la pena visitar también la Predigerkirche, de la segunda mitad del siglo XIII y la Nikolaikirche, basílica románica del siglo XII. Ambas han sido renovadas. Una estatua de Lutero, la supuesta casa donde nació Bach y la casa donde residió Lutero cuando era estudiante completan lo destacable de Eisenach.
Poco antes de caer la noche, volvimos a la estación. Hicimos el tránsito esta vez en Erfurt en lugar de en Weimar, pudiendo así pasear por los alrededores de la estación de tren de la capital del Land, que me causó una grata sensación. En definitiva, Eisenach es una buena opción para pasar medio día, aunque quizás no con tanto frío...
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