miércoles, 2 de abril de 2008

Macht es alles einen Sinn?

Lo de ayer no fue más que un espejismo, hoy hemos vuelto a las andadas. La percepción de las cosas cambia bastante si se está descansado o no, y esto se puede determinar según la actitud que se tiene nada más despertarse por las mañanas. En el día de ayer, sin que sirva de precedente, me quería levantar, no necesitaba quedarme más en la cama, notaba que había descansado, por fin, y tenía ganas de hacer cosas, todo con un fantástico estado de ánimo y con bastante energía. No me pregunten por qué, no sabría decirles la causa, pero era así. Quedaba demostrado que no importa la cantidad de horas dormidas, sino la calidad de ese sueño. Hacía tiempo que no me sentía así de bien. Lo que cambiaría mi vida de ser esa la tónica general...

Pero tal y como vino, se fue. Hoy hemos vuelto a lo tradicional, a sentir ese elefante sobre mí nada más despertarme, a intentar consolarme pensando en que quedaba menos para el sábado, día en el que podré dormir el tiempo que quiera, a pensar en que justo al llegar a casa podría meterme en la cama de nuevo, obviando que a las 8 de la tarde, como de costumbre, no tendría nada de sueño, me pondría a hacer lo de siempre y volvería a llegar la una y seguiría sin ganas de dormir. Pero volviendo a lo de antes, no se trata de la cantidad, sino de la calidad, y lo segundo no lo puedo controlar. Este cansancio es el que se acumula día tras día, mes a mes, año a año, y el que se une al panorama casa-instituto-casa-paso del tiempo-vuelta a empezar.

Cuando hoy llegaba a casa tras un aciago día, el hecho de pensar que el próximo sábado una compañera de trabajo nos ha invitado a cenar, pidiéndonos que llevemos algo, me resultaba profundamente estresante. Es como si lo viera, me levantaré tarde, de nuevo sin energías y seguramente con el cuerpo hecho un asco por haber dormido más de 10 horas, 12 incluso, teniendo que hacer la compra, limpiar y preparar la comida. Sentiré que no me dará tiempo a llegar a la hora de la cena. Y eso que se supone que es sábado. ¿Y los domingos? Hasta las cosas que en teoría deben ser relajadas y para disfrutar se convierten en algo problemático. Ya no tiene sentido ni preguntarse la razón. Sólo hay que seguir asumiendo lo que hay...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La rutina, y el tiempo en ALemania, esa sensación de no tener horas de sueño suficiente...pero siempre es así no? debería tener el día 30 horas, para dormirlas, clar...

Manuel Jiménez dijo...

Dios, me siento completamente identificado contigo en todo, al 100%. ¡Por fin alguien al que le pasa lo mismo! Lo más inexpliacable es eso de que por la noche estemos frescos como una rosa, sin ganas de acostarnos... pero es verdad. Y eso de dormir muchísimo un sábado y estar cansado de tanto dormir... Bueno, no identificado al 100%. A mí todavía no me ha llegado el día de tener ganas de levantarme...

Anónimo dijo...

(Suspiro).