Ya ha empezado la Navidad en Jena, este lunes precisamente, con la inauguración del mercado de navidad. Primer día y primera visita, ya que a su vez éramos visitados por un investigador italiano, así que antes de la cena y bajo un cielo que descargaba agua-nieve, disfrutamos del famoso glühwein alemán. ¿Y por qué les cuento todo esto?
Porque ayer fue un día horroroso. La noche anterior me costó mucho dormir y por la mañana, tras el tradicional apagado del móvil a las 7.45 para seguir durmiendo, volví a abrir los ojos a las 8.47. Nada malo en principio, salvo que los martes tenemos reunión de grupo- departamento a las 9 de la mañana. Aparte de eso me sentía como si no hubiera dormido nada, y encima, al abrir la ventana, me encontré con la sorpresa de que todo estaba blanco. Llegué tarde al trabajo, aunque no mucho. A las 9.15 ya estaba en el Instituto y 5 minutos después, tras quitarme todos los abrigos, en la sala de reuniones. Todo un récord, con tiempo incluso para tomar una foto antes de salir de casa, y de desayunar, obviamente.
Tengo que decir, por cierto, que la nieve en el suelo es un auténtico coñazo, aparte de ser bastante peligrosa. Pese a tener mis flamantes botas de montaña con sus suelas tipo neumáticos de invierno, la nieve y el hielo resbalan una barbaridad. La cuestión es no preguntarse si me voy a caer o no, sino cuándo me caeré, si antes o después. Por lo pronto ya he aprendido a decir que algo resbala en inglés, slippery, así que no hay mal que por bien no venga. Al final voy a tener razón cuando el lunes por la noche, volviendo a casa con la gente del grupo, le dije a mi jefe de broma que me iba a tener que comprar unos bastones con clavos para poder andar.
Ah, sí, lo del glühwein de las narices. Cuerpo fatal ayer, dormido, cansado y más en mi mundo que de costumbre, incapacitado totalmente para cualquier actividad salvo para estar durmiendo en la cama. Mi jefe lo ha achacado a la mezcla con las cervezas posteriores que tomamos por la noche. El italiano, que me contó que también había dormido fatal, le echa la culpa al "vino peleón". A saber, pero me parece a mí que el lunes fue la primera y la última...
2 comentarios:
Si es que a quién se le ocurre beber vino caliente...
Dadas las circunstancias, ecomiendo muy encarecidamente la compra de unos patines de hielo, de ésos con cuchillas.
cuidado con la nieve!
y con las combinaciones vino-cerveza, son peligrosísimas!
el Glühwein lo hacen general (y lamentablemente) con vino más o menos malo, ese es el problema...
Un abrazo y cuídate!
Pato: el Glühwein es exquisito!
A propósito de patines de hielo, para el hielo, te recomiendo tener siempre en el bolsillo, esas "cadenas para zapatos", las venden en cualquier zapatería, pregunta. Sin ellas, sean como sean tus suelas, te caes...
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