De Verdi. Fue allá por el mes de junio. Rosa y María José querían ir, sobre todo por Juan Diego Flórez, y por ver la ciudad también. Y Jan, uno de sus compañeros, se apuntó. Y es que ver tal espectáculo en la conocidísima Semperoper de Dresde puede incluirse dentro del grupo de las maravillas del mundo. Además, aprovechamos el fin de semana en la capital Sajona, que las amigas españolas no la conocían.
Y bien, tengo que decir que aquello fue una de las experiencias de mayor belleza de todas las que he disfrutado en mis hasta ahora casi 28 años de vida, comparable sólo, como belleza natural, al Joshua Tree National Park en California. Nunca había ido a la ópera. Sí, soy músico y he ido a conciertos, incluso yo he dado alguno que otro, tanto solo como en compañía, pero la ópera no me había llamado la atención en exceso. Ya sea por el espectáculo en sí o por el lugar, caí rendido ante ella. Y es que en esta ocasión la representación fue la suma tanto de música, con la orquesta, como de canto, con los artistas y, sobre todo, de teatro, porque escenificaban. Y lo hacían de lujo. Y qué curioso ver que, pese a todos los avances tecnológicos, el hombre sigue siendo hombre. Es decir, los deseos, miedos y frustraciones son, han sido y serán los mismos.
Juan Diego Flórez, peruano, era la estrella esperada, pero, al menos el día de mi representación, la que destacó con contundencia fue la inconmensurable soprano alemana Diana Damrau. Desde el primer momento, y casi sin necesidad de calentamiento, nos sorprendió con su portentosa y bellísima voz. Inenarrable. Tienen ustedes suerte, y es que al parecer este estreno en Dresden fue todo un acontecimiento dentro del mundo operístico, así que la representación del primer día se retransmitió por televisión. Y ustedes y yo podemos disfrutarla. Fue idéntico a lo que yo vi, mismo escenario, mismos artistas y misma obra. Les he seleccionado la parte que más me impresionó. Después de La donna e mobile, canto del duque de Mantua a la volubilidad del carácter femenino, nuestro protagonista es pillado in fraganti por Gilda, la bella y protegida hija de Rigoletto, rendido ante Maddalena. Nada que objetar salvo que la pobre Gilda había sucumbido completamente a los encantos del duque, que se hizo pasar por estudiante para conquistarla a escondidas de su padre. Gilda sabe que el duque no es un buen hombre y que sólo puede hacerle daño, pero pese a eso no puede dejar de amarle, y más aún cuando el duque responde cantando el Bella figlia dell'amore, que aquí les dejo. He ahí la desesperación de la pobre Gilda, en un majestuoso cuarteto con el duque de Mantua, Maddalena y Rigoletto, el desdichado padre que canta amargamente cómo él había previsto todo lo que está pasando. Atentos a Gilda a partir del minuto 2.25, es de los pasajes más conocidos, espectaculares y, por cierto, difíciles.
Si les ha gustado, tienen algunos vídeos más aquí.
6 comentarios:
Hombre, Clausius, ¡gracias por la información y los links! Yo todavía estoy a la espera de «la representación perfecta», son muchos años ya y siempre falla algo en el directo...
Y en cuanto a que vives en Bayreuth... Dios, no sabes cuánto te envidio :).
Bueno yo como tengo poca idea de esto no me daría cuenta en el caso de que algo no saliera a la perfección. Respecto a lo de Bayreuth, ¿eres Wagneriana? Eso es como una religión...
De todas formas aunque esté aquí es prácticamente imposible ir al festival.
LG
Puedes creerme, tal como están las cosas, no es lo mismo Juan Diego Flórez y una soprano que canta en el Metropolitan que los cantantes de quinta fila que llegan aquí. Un Rigoletto en Dresde es un estreno difícil de superar.
Respecto al Festival, hay maniacos que están dispuestos a esperar 8 horas en cola por alguna entrada devuelta. No llego a tanto, pero hace años que pido entradas por correo; se suponen que al cabo de pedirlas durante muchos años (8-10, dicen), te las acaban concediendo. A mí aún me quedan 5 ó 6 años de espera.
Pero si viviera en Bayreuth, haría la cola, por supuesto :)). Más que una religión, es como una droga...
gracias por el post!
te pondré un link:)
b... y dónde vives ahora?
En Málaga... la ciudad donde eso de «ir a la ópera» es de esnobs. Los precios también están acordes al esnobismo, claro.
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