El fin de semana del 3 al 5 de Noviembre hicimos la que hasta ahora ha sido la mejor excursión de California, y no sólo por los paisajes, sino por lo que la rodeó.
Alquilamos, como siempre, un coche económico por internet, esta vez en National. Pero cuando fuimos a recogerlo el viernes por la noche nos llevamos una gratísima sorpresa. Santa Bárbara es una zona bien, la Marbella del Pacífico. Por lo tanto, debido al público que sirven, apenas tienen coches económicos. Un inciso, económico no es pequeño, aquí no se ven coches como mi Skoda Fabia, por ejemplo. Así que por el mismo precio nos dieron un descapotable, todo un Crysler Sebring para nosotros. Era sin duda, un gran regalo de cumpleaños. No fue el único, ya que Isabel me regaló un polo y la correspondiente tarjeta de felicitación multi-idiomática. Unos 26 años muy bien cumplidos.
Ese viernes por la noche, justo al salir del trabajo y tras recoger las cosas en casa, fuimos a Irvine, ciudad un poco al sur de Los Ángeles. Allí hay una importante colonia de catalanes, ya que existen acuerdos entre su Universidad y la Universidad de California en Irvine (UCI). Uno de ellos regresaba a España y celebraban una especie de fiesta de despedida. Mike nos dijo que podíamos ir y quedarnos a dormir en su casa. Así hicimos. Fiesta nocturna con un poco de bebida y música en una especie de sala dentro de la ciudad universitaria, donde, increíblemente pero cierto, no se podía fumar, afortunadamente. Yo apenas tomé nada porque no estaba muy bien del estómago. Allí conocí a un montón de españoles, no sólo catalanes, que eran mayoría, sino a madrileños e incluso una andaluza que, casualidades de la vida, también había estudiado Química en Sevilla, en mi misma Facultad. El mundo sigue siendo un pañuelo y cada vez se contrae más. No sólo había allí españoles, sino que también interactué con la fauna local. Hubo un americano pegado a una botella pequeña con un líquido rosa fuerte oscuro que se sorprendió cuando le dije que yo era químico. Me contó cómo él había investigado ciertos problemas de corte de luz en su casa. Resulta que el cable estaba a la interperie y claro, con la humedad y cubierto por hojas de árboles y tal, se fastidiaba. Así que decidió cubrirlo por algún plástico. Una conversación subrealista.
Esa noche dormimos en casa de Mike. A la mañana siguiente desayunamos por los alrededores y fuimos camino del Joshua Tree National Park. Este parque está en el centro sur de California, en pleno desierto y próximo a Arizona. Por los atascos tardamos unas 3 horas en llegar, pero, sin duda, mereció la pena. Además, en las zonas de autopistas del desierto se puede ir, legalmente, hasta un máximo de 75 millas a la hora (oficiosamente hasta 85), frente a las 65 (74) del resto del Estado. No se puede correr mucho aquí. 75 millas son, más o menos, unos 120 km. Accedimos al parque por la entrada oeste, junto a un pueblo llamado originalmente Joshua Tree. Imagínense el lejano oeste. Pues bien, aquello es exactamente igual.
El Joshua Tree, o árbol de Josué, es típico de la zona, un árbol que crece en el desierto. Creo que es famoso incluso porque U2 tiene un disco que se llama así. Es absolutamente impresionante encontrar un bosque de estos árboles en pleno desierto. Los paísajes son realmente alucinantes, las vistas, las montañas y rocas dañadas por la erosión, los cactus etc. Por cierto, Isabel se pinchó con las plantitas dichosas, no es un tópico...
Todo esto fue acompañado por un día espléndido, totalmente despejado, con algo de calor y, sobre todo, por las vistas desde nuestro coche. Si están en California, no duden en visitar este parque. Tiene un montón de sitios que ver, y desgraciadamente apenas tuvimos tiempo, porque la noche acechaba. Se puede acampar incluso dentro del parque.
Isabel a lo estrella de cine
Me gusta conducir, ¿y a ti?
Carreteras del parque
La entrada cuesta unos 20 $ por coche, pero por 50 $ se puede comprar un bono que vale para todo un año y para todos los parques de California. Isabel lo tenía y, por lo tanto, dinero que nos ahorramos.
Comimos en plena naturaleza una especie de bocadillos de jamón (prosciuto italiano bastante aceptable del Trader Joe's) untados con tomate. Lástima de haber llegado algo tarde, hacia las 2 de la tarde, por no haber calculado bien las distancias y los atascos.
Salimos del parque por Cottonwood, al sur, ya casi de noche (esta gracia del horario de invierno, que hace que a las 5 y media ya casi no quede luz) y tomamos la interestatal 10 camino de Los Ángeles. Esta autopista, en sentido contrario, llega hasta Florida. Paramos en Palm Springs, una ciudad de unos 40.000 habitantes en medio del desierto. Es famosa porque tiene un paseo de las estrellas similar al de Hollywood. Allí nos tomamos un café.
Ya en Irvine cenamos en un italiano, dejamos a Mike en su casa y emprendimos viaje hasta Santa Bárbara. Llegamos tardísimo, hacia las 3, creo, tras haber conducido un montón de kilómetros. Yo estaba literalmente reventado, pero había merecido la pena, sin ninguna duda. De todas formas al día siguiente había que levantarse temprano porque aún teníamos todo el domingo para disfrutar de nuestro convertible car...
1 comentario:
Genial relato, mejores las fotos, realmente en California hay mucho por conocer, te aconsejo ir a San Francisco, la casa de Google, una ciudad muy bonita, por lo menos asi se ve en la tele
Saludos
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