martes, 9 de diciembre de 2008

Elbhangfest en el Schloss Pillnitz

Esa mañana de sábado, tras disfrutar de Rigoletto y de un paseo nocturno por la capital sajona, amanecimos en Dresden, en plena Prager Straße. Curiosa calle, construida en el siglo XIX para conectar la estación del tren con el centro de la ciudad, que fue destruida tras la segunda guerra mundial y reconstruida al soviético modo en la época socialista. Tanto entonces como ahora sigue siendo la calle más comercial de Dresde, desde la cual se puede contemplar el estilo urbanísico de la antigua Alemania del este. Aún así, las obras, reconstrucciones y reparaciones parecen ser algo eterno en este bella ciudad.


Prager Straße

Tras desayunar en una de las pastelerías que había por allí y dejar nuestro hotel, pillamos un taxi siguiendo las recomendaciones de Jan que nos condujo a la parte sureste de la ciudad, junto al Elba, que cruzamos en un pequeño barco para llegar a nuestro destino, Pillnitz. Si visitan Dresde, reserven un poco de tiempo ara disfrutar del Schloss Pillnitz, una serie de palacios y edificios de estilo chino y fardines franceses e ingleses a la orilla del río Elba, constuidos en el siglo XVIII con el fin de ser la residencia estival de Augusto el Fuerte, a la sazón Elector de Sajonia, Rey de Polonia y Gran Duque de Lituania. En mi visita anterior el mes de febrero apenas pude pasear por allí, y además la batería de mi cámara decidió perder su energía..


Neues Palais


Schloss Pillnitz desde el Elba

Pero ese fin de semana era especial, porque se celebraba allí el Elbhanfest, con sus cabalgatas, puestos de comida y actuaciones musicales y culturales por todos los rincones del castillo y jardines. Alrededor de nueve euros nos costó que nos pusieran una pulsera azul en la muñeca que nos permitía entrar por un día en el recinto. Además el día acompañó, ligeramente nublado y fresco, pero apacible. Y no sólo por eso, sino por la hospitalidad alemana. Dominukus, el amigo de Jan, natural de aquella zona auqnue ahora vive y trabaja aquí en Bayreuth, puso a nuestra disposición su casa, su comida, sus dulces, sus cervezas, su pequeño jardín y sus amigos.


Actuación en el Neues Palais


¿Un crucero por el Elba?

Y después de aquello, carretera y vuelta para Bayreuth. Jan, que es personaje peculiar, intentó enseñarnos canciones típicas alemanas con las que hacer que el viaje por las autopistas alemanas fuera más ameno. Así que allí estábamos aprendiendo a cantar el Hoch auf dem gelben Wagen. Que conste que nosotros hicimos lo propio con canciones españolas. Y así llegamos de nuevo a nuestra Baviera, tras un fin de semana memorable.

1 comentario:

Marta Salazar dijo...

gracias a Dios, este artículo es más feliz, yo ya estaba preocupada por el anterior...

las canciones tracicionales alemanas! existen aún? son super aburridas, o no?

saludos!