domingo, 6 de julio de 2008

Munich (II)

Prácticamente era un alegal, recuerden ustedes, así que ese día convencí al resto de la armada española para darnos un paseo por la capital bávara. Primero me pasaría por el consulado para solicitar el nuevo pasaporte, y luego podríamos disfrutar de Munich. Calor, mucho calor, y sol, situación que nos acompañó durante esa segunda mitad del mes de Mayo...

No era la primera vez, porque ya me lo estaba empezando a plantear. Las ciudades alemanas, o al menos las bávaras, son extrañas. Sus accesos, la forma de llegar al centro y es que, salvo su parte histórica, son pueblos grandes. Hagan la prueba si tienen oportunidad. No, aquello no era una de las ciudades más importantes de Europa, y eso que el Consulado de España está en una posición relativamente céntrica. Lo mismo pasa en Nuremberg. Otra de las curiosidades bávaras.


Nuestro Consulado en Munich

Una vez terminados los trámites burocráticos, anormalmente sencillos y rápidos, el plan del día era conocer Nymphenburg, unos palacios y jardines construidos en los siglos XVII y XVIII en la parte oeste de la ciudad, donde pasaban el verano los reyes de Baviera. Están bien para pasar una mañana o una tarde soleada.


Edificio principal de Nymphenburg


Salvo por la sala de entrada al edificio principal, la Gartensaal, dominada por unos magníficos frescos de Zimmermann, y quizás por la Schönheitengalerie, sala en la que se exponen 24 retratos de las mujeres amadas por el rey Luis I, quizás no merezca mucho la pena entrar. Eso sí, los jardines, con unas 200 hectáreas de extensión, son espectaculares. Y estos sí que son bonitos, de estilo francés, con construcciones geométricas, vasijas, estatuas y canales. Así da gusto. Dentro de los jardines hay también una serie de edificios que se pueden ver, como el Amalienburg o pabellón de caza, y el Badenburg o pabellón del baño.


Los jardines

De ahí, una vez terminada la mañana tras el agradable paseo por los jardines, fuimos de nuevo al centro. Comimos en uno de los restaurantes más famosos, de estos que llevan incorporada la cervecería: el Agustiner, en plena Neuhausestraße. Y con ambiente, con ruido de fondo, con gente, algo que se nos hacía muy raro. Estos dicen que son la fábrica de cerveza más antigua de Munich. Por cierto, para mí la mejor Weißbier que he probado. No me suelen gustar tanto este tipo de cervezas, hechas a partir de trigo y sin filtrar, pero esta es especialmente destacable.


Típica comida alemana

Ese día todo Munich había salido a la calle. Jamás en toda mi estancia en Alemania había visto tanta gente junta. Era sábado, esa era la cuestión, y las tiendas estaban abiertas. "Gracias a dios no vivimos aquí", nos decíamos mútuamente María José y yo, "porque si no nuestra tarjeta de crédito no iba a sobrevivir". Se nota que la capital de Baviera es una de las ciudades más caras de Alemania. Por notarse, hasta en los músicos callejeros. Hasta para eso hay que tener glamour en Munich, y vestirse para la ocasión, ya sea por el cuarteto de cuerda en la Theatinerstraße o por el piano de cola en plena Kaufingerstraße. Inenarrable. Y tocaban bien, vaya. Menuda gozada poder disfrutar de eso en plena calle.

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Música callejera

Visitas a la Marienplatz, con coros y músicas incluidos, subida hacia el norte para ver la Residenz, el Hofgarten y el Englischer Garten, bajada de nuevo, con parada en una de las tiendas más famosas, Dallmayr, donde me agencié una botella de limoncello, y vuelta para casa, pasando por el famoso nuevo estadio del Allianz Arena. Me tocó ser el conductor en ese viaje de regreso a Bayreuth.

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