domingo, 2 de marzo de 2008

La quarta riunione a Bayreuth

Volvimos a recuperar esta semana la sana costumbre de reunión en jueves. Estos días ha estado visitando el Instituto mi sucesor en Sevilla, Marco, para hacer unos experimentos. De domingo a viernes. Un día de estos comentaré el sitio donde comimos el domingo pasado, día primaveral, soleado y hasta caluroso, pero hoy hablaré de la Pizzería Carpaccio, en la parte este del centro de Bayreuth. De nuevo volví a cambiar el idioma, italiano en este caso, porque el resto del mundo que estaba por allí provenía del país transalpino. Los italianos son, después de los rusos, los más abundantes en mi Instituto. No es que yo hablara en italiano, sino que el italiano fue el idioma oficial. Yo hablaba en español, lento, cambiando algunas palabras por las italianas que sé, y los italianos, en su idioma. Y no hizo falta echar mano al inglés, todo un logro.

Sandro era el camarero y Cristian, el encargado. Nos los pasamos bien esa noche, contándonos cosas de nuestros países con una pizza en la mesa. Destacable el restaurante, recomendado por mis compañeros de trabajo italianos, con pizzas y pastas de indudable calidad. Yo pretendía tomar algo de pasta fresca, pero Sandrito me dijo que tenía que tomar pizza, y así hice. Una calabresa, con un toque curioso de ajo. Marco se pidió una con rúcula fresca por encima que tenía muy buena pinta. Además el camarero se enrolló y nos invitó a un prosecco al final. Un detalle de la decoración: junto a nuestra mesa había un mapa del sur de Italia. No sé si eso es buena señal o no.

No es que habláramos esta vez de temas complejos, de hecho apenas los recuerdo, pero fue una conversación agradable, y divertida por intentar entendernos mutuamente. ¡Qué bonito es usar los gestos para comunicarte al mismo tiempo que no puedes parar de reír! Eso sólo pasa entre italianos y españoles. Por suerte Marco, que habla español, estaba allí para ayudar en momentos puntuales. Lo más destacable de la noche, que la capital de Baviera para los italianos es Mónaco. Sí, como el Principado mediterráneo, pero en Baviera. Están locos estos romanos. Yo creo que en un mes hablaría italiano lo suficientemente bien como para tener una conversación media, y en menos de un año sería prácticamente bilingüe.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Permítame usted descojonarme ante su última frase. NO WAY.

Clausius dijo...

¿Tan complicado es el italiano? A mí no me lo parece. Vamos, no es alemán...

Anónimo dijo...

Es muy fácil para un español, pero es que la palabra «bilingüe» es muy fuerte. Las interferencias son muy, muy grandes con el español, son más grandes cuanto más parecidos sean los idiomas; en cuanto dieras dos meses de clase de italiano, te darías cuenta de que sucede justamente al contrario que con el alemán (que se aprende despacio al principio, se le coge la lógica después de un tiempo y termina desarrollándose más rápidamente); con el italiano, aprendes mucho en muy poco tiempo, por la similitud con el español, para después avanzar lentísimo. Además, el alemán tiene lógica; el italiano, como el español, no. Para llegar a dominarlo BIEN hacen falta años de estudio; para llegar a ser bilingüe, ni que decir tiene que uno tendría que pasar el resto de su vida en Italia, y posiblemente ni por ésas.

Morgenrot dijo...

Tengo entendido que el italiano , aparentemente fácil, no lo es, pues tiene una gramática coplicada.

Estudio alemán, no creo que sea tan difícil como el idioma de Deutschland. El comentario anterior me parece muy preciso. Co el alemán se avanza muy lentamente, pero tiene algo bellísimo y es la lógica. Funciona como una ciencia exacta.

Con respecto a los ciudadanos de los distintos paises, para mí, me resultan más agradables y estoy más agusto en Alemania que en Italia.

Herzliche Grüsse, lieber Freund