domingo, 28 de enero de 2007

La última semana llegó

Y allí estábamos ese lunes por la mañana, disfrutando como si fuéramos unos norteamericanos más. Mola eso de tener un coche aparcado en la puerta de tu casa e ir con él al trabajo. Apenas 15 minutos tardaría en coche, frente a la hora u hora y pico en autobuses. Sin embargo creo que ese día Isabel se fue más temprano a la Universidad y yo me permití el lujo de poder llegar algo más tarde, total, era la última semana. Con llegar para la clase de doctorado de mi jefe, a las 11, me bastaba.

Uno no elige el destino, y con esa sensación me encontraba esa última semana. Desde el punto de vista profesional por fin me empezaron a salir cosas interesantes. El plan B, diseñado a toda prisa por mí solito tras comprobar la imposibilidad experimental del proyecto que yo llevaba a California, empezaba a dar sus primeros resultados, justo cuando yo tenía que volver a casa. Así es la ciencia, dicen...

El último jueves, en la correspondiente reunión de grupo, di una conferencia sobre mi estancia allí. No tenía por qué haberla dado. Mi jefe de allí pasaba ligeramente del tema y además había otro chico autóctono del grupo tenía que hablar ese día. Isabel no quería que yo expusiera, porque eso le forzaría a ella a dar una charla similar a la semana siguiente. Sin embargo, yo me ofrecí a hablar, y me jefe aceptó de buena gana. Aparentemente los resultados eran relevantes y todos estaban muy contentos con lo que había salido, teniendo en cuenta que eran cosas muy preliminares. A mi jefe le gustó especialmente y se mostró muy ilusionado. Obviamente tendría que continuar aquí en España con los experimentos, algo que él mismo me sugirió. Luego me enteré que eso no es que sea muy normal por su parte, así que parece que el interés es sincero. Quizás haya sido un golpe de suerte, pero profesionalmente la estancia parece haber resultado exitosa. Es probable que salga algún que otro artículo científico de ella. Sin embargo, en el plano científico laboral personal de futuro no sé exactamente si ha tenido un efecto positivo o negativo para mí, más que nada ha traído consecuencias no demasiado buenas, pero ahora no es el lugar para comentar tal cosa.

La última conferencia

La semana fue pasando poco a poco, era la semana de las despedidas, de acabar la comida de casa y de decir adiós a la gente. Una tarde quedé con los vecinos del apartamento H, con Verónica, la chica de Perú, y su marido Lorenzo, americano pero totalmente hispanohablante. Y con su hija Candela, una ricura de pequeñina. Yo quería cenar con ellos, pero ellos cenaban muy pronto, así que una tarde me escapé de la universidad casi después de mi almuerzo. Plato típico, jeje, enseñé a Verónica a hacer una tortilla de patatas, que me salió bastante rica. Eso y una ensalada, una cena muy agradable en casa de mis vecinos. Les regalé un libro de Historia de España de Fernando García de Cortázar, edición de bolsillo, que me había llevado para leer allí. Finalmente leí poco, y estudié menos aún, pero ese libro fue de utilidad. De hecho es la segunda vez que lo regalo. Ellos también querían que fúeramos a comer a un restaurante peruano, pero me faltaban días.

Al día siguiente, viernes, tocaba recoger. Sin embargo tuvimos que acudir a una conferencia de un profesor alemán sobre RMN. Después de la conferencia tocaba pizza, nos invitaron. El grupo de química de la Universidad que también hace RMN las había encargado, así que comimos bastante. Me resultó curiosa una pizza de postre, de nata y canela, creo, a la que se le echaba una especie de crema dulce por encima. Cinnamon pizza, parece que se llamaba. Entre los estudiantes de ese grupo había un americano un poco americano, una chica que parecía buena gente, ambos alumnos del curso de doctorado de mi jefe, y un estudiante ya con algo de experiencia que me caía especialmente bien. Vino incluso a darnos una breve charla un día. Ese día también tocó sesión de fotos del grupo, en los alrededores de la Universidad.

Los tres españoles en la UCSB, foto con Isabel y Jordi

Parte del grupo americano, justo fuera de nuestro despacho

Entrada a la Universidad

Con el jefe

Espectrómetro de Resonancia Magnética Nuclear de 500 MHz, mi amigo en California

Cargué con muchísimos papeles hacia mi casa esa noche, dejando la que había sido mi mesa totalmente limpia. A media tarde me despedí brevemente de mi jefe. Estuvimos hablando sobre el trabajo y sobre los siguientes pasos a dar. Me regaló una taza con el logo de la UCSB, taza que tengo ahora en mi sitio en el ICMSE.

Esa noche teníamos cena en casa de nuestro jefe, que iba a preparar unas paellas. Yo le dije que si quería ayuda, y, como no, preparé un par de tortillas. Creo que tendrían 8 huevos cada una. Pero la llegada a mi casa desde la Universidad fue horrorosa. Había una cabalgata de navidad en pleno centro, en la calle State, y cortaron muchas líneas de autobuses. Así que tras esperar casi una hora en el transit center al autobús que me llevaría a casa, nos anunciaron que la parada se traspasaba a la biblioteca. Yo, previsor, no fui a esa, sino a la siguiente, la de los juzgados. Me faltó una parada más de previsión, porque pasado bastante tiempo vimos llegar al autobús de la línea 2 por la calle de al lado, pero girando alejándose de nosotros. El siguiente autobús, ya en la siguiente parada, tardó más de media hora en llegar. Así, lo que generalmente se hace en una hora, me llevó casi 3, cargado de bolsas y con prisa, porque tenía que preparar la comida.

JD llegó a por mí a la hora establecida, las siete y media, pero yo apenas acababa de empezar, así que fue a recoger a Isabel que estaba de compras por el centro. Finalmente, no sin un gran agobio, hice las tortillas. Llegamos tarde a casa del jefe, pero mereció la pena, aún quedaba comida. El colega había invitado a medio departamento, aquello estaba hasta los topes. Hablé un poco con los compis de grupo, por fin, y tuvimos una conversación medianamente interesante. Les pregunté cosas, y es que nuestra relación ha sido algo fría, muy americanos ellos y algo cerradillos. Les hablé de las diferencias entre Europa y los Estados Unidos.

Las paellas de Brad estaban de rechupete. Una normal y la otra con arroz negro. Ya podían estar buenas, porque se había gastado un pastón en los mariscos, como nos dijo Sylvian, el nuevo posdoc francés del grupo. La paella nada tenía que envidiar a las españolas. De hecho él guardaba arroz español como ingrediente secreto. Los mejillones, langostinos, almejas, vieiras... todo un lujo. Y mis tortillas, jeje, de las que también acabé satisfecho.

Restos de las magníficas paellas que preparó mi jefe

Al final nos quedamos Isabel, Jordi, JD y yo a ayudarle a limpiar la cocina, que daba pena. Luego nos fuimos a un pub de Goleta, medianamente decente, a tomar algo.

En el pub de Goleta

Isabel haciéndose amiga de una cerveza

Así acabó el viernes, la semana laboral y casi mi estancia en los Estados Unidos. Aún queda el último capítulo, el de ese último fin de semana, y supongo que un capítulo sobre el viaje de vuelta. 1 de Diciembre de 2006, ahí lo dejamos por el momento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Se nota un poco que escribes todo esto con añoranza?

Por cierto. Tu amiga Isa muy guapa. :)