martes, 2 de enero de 2007

San Francisco (III) y el viaje hacia el Kings Canyon National Park

Fresco sábado por la mañana, de nuevo habiendo dormido no demasiado. El objetivo era levantarse lo antes posible para poder ver algo más de San Francisco y, seguidamente, emprender camino hacia la segunda parte de nuestro viaje: la naturaleza y parques nacionales. Si hubiéramos dispuesto de más tiempo, la siguente parada hubiera sido el Parque Nacional de Yosemite, algo impresionante, según cuentan. Pero desgraciadamente tiempo precisamente no era lo que nos sobraba, así que lo más lógico era elegir. Yo ya pensé antes de diseñar el viaje que era mejor ver las secuoyas, ya que ese tipo de árboles no los tenemos en Europa. Yosemite debe ser visitado, pero paisajes en las montañas y macizos de granito sí que existen por aquí, así que finalmente me decanté por los árboles y por el Kings Canyon, para ver al menos un cañón americano.

El viaje era largo, unas 250 millas, 400 km y más de 4 horas de viaje por carreteras no necesariamente amplias. Así que no teníamos tiempo que perder si queríamos ver alguno de los parques antes de que se hiciera de noche. Esa era la idea, levantarse al alba, ver algo en San Francisco, viajar y ver al menos el Kings Canyon. Lo que pasa es que a veces, a pesar de tanta planificación, las cosas no salen como uno planea. Procedamos a contarlo...

No recuerdo cuándo nos levantamos, muy temprano, eso sí, habiendo dormido bastante poco, como de costumbre. Abandonamos el hotel, llevamos las maletas a nuestro coche y desayunamos en nuestro Starbuck junto a la puerta de Chinatown. La primera parada fue Twin Peaks, una especie de montaña hacia el suroeste de la ciudad desde donde se contemplan vistas bonitas de San Francisco. A pesar de que el día no era totalmente claro, la subida fue interesante.

Vistas desde lo alto de Twin Peaks, observen la calle Market

La siguiente parada fueron las calles Haight y Ashbury. En esa zona dicen que nació todo el movimiendo hippie del siglo pasado. También dicen que hay muchas tiendas de ese estilo, lo que pasa que era demasiado temprano, incluso para los locales, y estaba todo cerrado. Poco más pudimos ver por la zona.

Famosa esquina

Barrio hippie de San Francisco

Como el tiempo apremiaba, bajamos en coche la turística y con fuerte pendiente calle Lombard y procedimos a abandonar San Francisco hacia el oeste. Si se leyeron la entrada anterior, intuirán que cruzamos el Bay Bridge. Me llevé una pequeña sorpresa, ya que es un puente diferente, tiene dos plantas. Por la parte de arriba, la normal, es sentido entrada, mientras que para salir se va por abajo. Curioso.

Bajando en coche la calle Lombard

Salida de San Francisco por el Bay Bridge

Trayecto del día

Creo que serían las 10 y pico de la mañana cuando salimos de allá y nos esperaba un largo viaje. No paramos mucho, a echar gasolina y poco más. Isabel condujo también, así que mientras uno conducía, el otro podía descansar. Eso sí que era un buen trabajo en equipo. La autopista 99 dirección sur fue la que, por el centro de California, nos llevó a Fresno. A partir de ahí sólo había un tramo más de autopista, la Kings Canyon freeway, el resto eran carreteras normales. Así llegamos a la entrada del Kings Canyon.

Supuesta entrada al Kings Canyon National Park

Se notaba el frío, y es que estábamos próximos a los cero grados. Allí una simpática mujer mayor vestida de exploradora con su sombrerito y todo nos clavó 20 dólares de entrada, ya que no aceptó el pase anual, válido para todos los parques, que tenía Isabel. Le pidió que se identificara con el pasaporte y todo y vio que la firma no coincidía. Fue la primera vez que nos pasó eso, nunca antes nos habían puesto problemas. A pesar de intentar explicarle que era un pase familiar, nuestra amiga no aceptó. Fue un error, porque yo sólo quería preguntarle para que nos diera un mapa del parque. Como en información decían que antes había que pasar por la caseta de la amiga, así hicimos. De todas formas la entrada era válida durante una semana y para los dos parques, el Kings Canyon y el Secuoia, así que no nos íbamos a arruinar.

Lo primero que hicimos fue visitar las primeras secuoyas en general y al General Grant en particular. Se dice que es el tercer árbol más grande del mundo y es considerado como el árbol de navidad para los americanos. Cerca de la entrada al parque se podía hacer un pequeño tour para empezar a tomar contacto con los arbolitos.

Alrededores del General Grant

Desde ahí proseguimos por la carretera 180 para intentar llegar al famoso cañón. Ya nos habían dicho en información que no todo estaba abierto, pero tanto Isabel como yo entendimos que sí había algo que se podía visitar. Gran chasco, y es que en un atardecer con algo de niebla nos encontramos que el parque estaba completamente cerrado, es decir, la amiga exploradora nos había cobrado 20 dólares por toda la cara. A mí me extrañó un poco no haber encontrado ningún control con barreras, como en otros parques. Luego nos enteramos que es que no habíamos llegado a entrar en él, y es que la carretera estaba cerrada antes de la entrada. Gran estafa, sí señor. Ya saben, el Kings canyon no se puede visitar en invierno, está cerrado.

Camino del Kings Canyon

Carretera 180 cortada

De repente cundió el desánimo tanto en Isabel como en mí, y es que no sabíamos qué hacer. Ya era casi de noche pero apenas eran las 5 de la tarde. Y claro, en mitad de la nada y sólo rodeado de árboles, la oferta de ocio no es que sea demasiado abundante. De haberlo sabido hubiéramos echado el día en San Francisco y hubiéramos llegado a nuestro destino campestre bien entrada la noche, pero no podíamos imaginar lo que nos pasó. Así que, como mal menor, volvimos hacia Fresno. Esta es una de las ciudades de las que me llamó la atención al principio, cuando llegué a California, al verla en el mapa. No sólo por su nombre español, algo que aquí es común, sino porque me evocaba un sentimiento de fresco y limpieza. Mis cosas y yo. Era de esas ciudades que sugieren algo interesante pero que nunca visitarías, pero ahí estaba yo, buscando algún sitio donde cenar. La ciudad tiene poco menos de medio millón de habitantes, y no es el culmen de la diversión. Estilo normal americano, casas unifamiliares y poco más. Cenamos por allí y nos tomamos un café. Sin nada interesante que visitar, ya en plena noche californiana, proseguimos hasta Three Rivers, una pequeña localidad cerca de la entrada del Secuoia National Park, donde teníamos reservado nuestro motel, un Best Western. Algo más de una hora tardamos en llegar desde Fresno.

No fue difícil dar con él. El chico de la recepción era hindú. Recuerdo que le dije, cuando le enseñé mi pasaporte, que yo era español y que estaba a más de 6000 millas de casa. Él me dijo que eso no era nada. El motel estaba bastante bien, típico americano, con habitaciones amplias, camas grandes y lo básico para dormir. Bueno, tenía un extra bastante interesante, y era conexión a internet inalámbrica gratuita. Así que pude llamar a casa y dar señales de vida, jeje. No fue caro, unos 70 dólares la noche, impuestos incluidos.

Así terminó nuestro sábado, no era lo planeado, nos llevamos una gran desilusión. Además nos pusimos algo pesimistas, y es que quizás el parque de las secuoias no mereciera tanto la pena, quizás nos habíamos equivocado en el plan del viaje. ¿La respuesta? Sigan atentos a sus pantallas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Debe se inpresionante ver esos pedazo árboles!
¡Qué envidia!

Saludos desde Madrid