lunes, 31 de marzo de 2008

Unos días en España

Volver a casa en Semana Santa no es igual, de hecho me sentía un poco raro. No se puede comparar con la Navidad, para bien o para mal llena de ese tradicional espíritu familiar. Si vives lejos de casa sueles tener bastantes ganas de volver. Además, con el frío, la nieve, el blanco de los campos, los mercados de Navidad... no hay manera de evadirse. "Esta noche podré por fin dormir en casa de mi viejita" decía un amigo al volver a España por Navidades. Como en el avión, cuando al abrir la revista de Iberia y encontrarme con fotos de productos españoles, en especial con un fresco mejillón como el de esta foto, sentía que realmente volvía a casa, y que además era una vuelta merecida.

Muy distinto el regreso por Semana Santa. Para empezar, no tenía claro si volver ahora o esperar unas semanas más, dada la proximidad este año entre ambos eventos. Pero al final decidí hacerlo, tenía que aprovechar mis vacaciones y las de mis padres. Además, pasar ahora cuatro meses en Alemania es mucho menos duro, ya está aquí la primavera y el sol empezará a salir. Pero no me terminaba de centrar, no asimilaba que volvía a España. Además, era por pocos días, muchos menos que en la época navideña. Tampoco sentía que me mereciera tal viaje, a fin de cuentas me parecía que me estaba dando un capricho completamente innecesario. En fin, estas son pequeñas reflexiones que me hacía. Al final volé el miércoles y regresé el martes siguiente. Por cierto, grandes nevadas en Baviera, algo sobre lo que escribiré próximamente. Mis reflexiones y yo, pensando en la comparación con la Navidad y encontrándome todo nevado y blanco en el trayecto hasta el aeropuerto.

Mucho mejor la conexión desde Munich, sobre todo en lo que se refiere a la vuelta, y es que se puede salir a una hora decente de Sevilla sin tener que estar tres horas tirado en Barajas. A ver si alguien se anima a poner vuelo directo entre Sevilla y Munich. Aterricé poco después de las 9 de la noche en el Aeropuerto de San Pablo. El jueves, con la familia, disfrutando de la gastronomía de la tierra. El viernes, viendo procesiones, algo que me costó bastante, por cierto, y el sábado, aunque salí un rato a conducir, también en casa. Menos mal que había fútbol. Una sensación algo extraña, ya que apenas pude quedar con nadie durante esos días, bien porque no estaban bien porque no se les podía localizar o bien porque no es lo mismo no vivir en Sevilla capital. Por un momento llegué a pensar que cada vez tengo menos vínculos con Sevilla, casi ninguno llegaría a decir. Que una vez ido, todo se había perdido. A fin de cuentas decidí ser un poco menos egoísta, y es que el simple hecho de estar en casa de mis padres por unos días, aunque no hiciera nada, sería motivo de alegría para ellos. Aún así, ir cinco días a Sevilla, con el gasto de dinero y tiempo que eso implica, para finalmente quedarme metido en casa no es algo que se pueda considedar excesivamente grato.

Torrijas caseras

Bonito plato de Salmorejo

El domingo hicimos una visita a Chiclana, para ver la playa y comer algo de pescado. Un calamar a la plancha me tocó. Hacía algo de fresco, no estaba la playa para bañarse, pero sí para dar un paseo bajo el sol. También nos dimos una vuelta por Vejer.

Servidor desenfocado junto al Océano Atlántico

Paseo marítimo de Chiclana

Y todo lo que no tuve durante esos días llegó el lunes, un día bastante completo y agotador. Hasta seis compromisos tuve que atender, en una carrera contra el reloj. O me paso o no llego, no tengo término medio. Aproveché también para darme un paseo por el centro de la capital andaluza y comprar algunas cosas, que ya mostraré. Cerca de la una de la mañana terminé, y con una maleta por hacer. Y así transcurrieron estos días. El martes, avión y manta, a volver al frío. Afortunadamente esa semana iba a ser más corta de lo normal.

domingo, 23 de marzo de 2008

Semana Santa

Domingo de resurreción, esto se acaba. Breves vacaciones en España que podrían haber sido algo más largas, aunque aún queda un día. Y estando en Sevilla, uno debe salir a ver procesiones. No es que el que ahora escribe sea una persona excesivamente religiosa, más bien todo lo contrario, pero estas son nuestras tradiciones culturales. Además, es un espectáculo bastante bello.

Semana Santa pasada por agua, al menos en su segunda mitad. Nunca he disfrutado de esta segunda parte de la Semana Santa sevillana. Cuando era más peque mis padres me llevaron a ver algunos domingos de ramos, lunes y martes santos. El resto de los días, desde primeros de los años 90, tenía que tocar con mi banda de música en otros sitios, especialmente el jueves y el viernes, días en los que hay un mayor número de procesiones. Incluso el último año, 2006, tuve que tocar todos los días excepto el lunes, incluyendo consecutivamente jueves noche, viernes mañana y viernes tarde, algo que me impedía poder salir por Sevilla.

Esos tiempos ya pasaron, y este ha sido mi primer viernes santo en la capital andaluza. Bueno, realmente es el segundo, aunque el año pasado por estas fechas estaba algo entretenido en otros asuntos. Dos son las hermandades que vi, una de ellas bastante conocida y con muchos seguidores: El Cachorro y la O, ambas de Triana, barrio en el que las vi. Cambia mucho ver las procesiones en el centro a hacerlo en sus barrios. Así que, ya algo tarde y tras comprar pescado frito en una tradicional freiduría del centro sevillano que nos comimos en un banco de la Plaza Nueva, cruzamos el río para adentrarnos en Triana, frente a la Iglesia de la O, en plena calle Castilla. De esa manera podríamos ver pasar primero al Cachorro y luego ver recogerse a la O. Les dejo algunas fotos nocturnas del amigo Salva, vecino y sevillano de guardia y acompañante en esta ocasión. No dejen de visitar su blog.


Pasos de la Hermandad del Cachorro

A las cuatro de la mañana del ya Sábado Santo entró en su templo la Virgen de la O, algo tarde. Y el Sábado, lluvia de nuevo, que sorprendió a algunas procesiones en plena estación de penitencia. Así se acababa la Semana Santa...

martes, 18 de marzo de 2008

Frohe Ostern

Feliz Semana Santa. Volvemos a las andadas. Perdonen la ausencia, pero estas semanas pasadas había cosas más importantes sobre las que escribir, aparte de una mayor cantidad de trabajo, así que he tenido esto un poco olvidado. Mañana vuelvo a España por unos días, a disfrutar de la familia, amigos, gastronomía y sol, si es posible. Entretanto, aquí en Alemania estamos en pleno Ostern. Y eso se nota en las calles.

Dos son los símbolos que indican tal cosa: Los Ostereier y el Osterhase, es decir, los huevos y el conejo o liebre de Pascua, que representan la Resurrección de Jesús. La zona que tengo que recorrer camino de la Universidad no tiene casi nada que envidiar a los barrios norteamericanos tipo Pasadena, con casas de una o dos plantas y jardín. Allí es donde conocí esta tradición germánica.


Ostereier en los jardines

Y el responsable de esconder los Ostereier es el conejo de Pascua, de tal forma que la mañana del Ostersonntag o Domingo de Resurrección los niños deben buscar por el jardín estos Ostereier de chocolate.


Osterhasen en el Rotmain Center de Bayreuth

No conocía yo esta tradición germánica, que al parecer también existe en países de Hispanoamérica como Argentina. Por esta razón he decidido comprar una colección de Osterhasen que repartiré en breve por el sur de Europa.

Invasión de Hasen en mi casa

domingo, 2 de marzo de 2008

La quarta riunione a Bayreuth

Volvimos a recuperar esta semana la sana costumbre de reunión en jueves. Estos días ha estado visitando el Instituto mi sucesor en Sevilla, Marco, para hacer unos experimentos. De domingo a viernes. Un día de estos comentaré el sitio donde comimos el domingo pasado, día primaveral, soleado y hasta caluroso, pero hoy hablaré de la Pizzería Carpaccio, en la parte este del centro de Bayreuth. De nuevo volví a cambiar el idioma, italiano en este caso, porque el resto del mundo que estaba por allí provenía del país transalpino. Los italianos son, después de los rusos, los más abundantes en mi Instituto. No es que yo hablara en italiano, sino que el italiano fue el idioma oficial. Yo hablaba en español, lento, cambiando algunas palabras por las italianas que sé, y los italianos, en su idioma. Y no hizo falta echar mano al inglés, todo un logro.

Sandro era el camarero y Cristian, el encargado. Nos los pasamos bien esa noche, contándonos cosas de nuestros países con una pizza en la mesa. Destacable el restaurante, recomendado por mis compañeros de trabajo italianos, con pizzas y pastas de indudable calidad. Yo pretendía tomar algo de pasta fresca, pero Sandrito me dijo que tenía que tomar pizza, y así hice. Una calabresa, con un toque curioso de ajo. Marco se pidió una con rúcula fresca por encima que tenía muy buena pinta. Además el camarero se enrolló y nos invitó a un prosecco al final. Un detalle de la decoración: junto a nuestra mesa había un mapa del sur de Italia. No sé si eso es buena señal o no.

No es que habláramos esta vez de temas complejos, de hecho apenas los recuerdo, pero fue una conversación agradable, y divertida por intentar entendernos mutuamente. ¡Qué bonito es usar los gestos para comunicarte al mismo tiempo que no puedes parar de reír! Eso sólo pasa entre italianos y españoles. Por suerte Marco, que habla español, estaba allí para ayudar en momentos puntuales. Lo más destacable de la noche, que la capital de Baviera para los italianos es Mónaco. Sí, como el Principado mediterráneo, pero en Baviera. Están locos estos romanos. Yo creo que en un mes hablaría italiano lo suficientemente bien como para tener una conversación media, y en menos de un año sería prácticamente bilingüe.

sábado, 1 de marzo de 2008

Emma nos visita

No sólo hay huracanes en el Caribe. En Europa también tenemos estos fenómenos meteorológicos, aunque quizás no con tanta fuerza como en América. Tormentas de viento europeas, se llaman.




Emma nos está visitando este fin de semana, haciendo que el tiempo sea bastante desagradable y, sobre todo, muy ventoso. Ideal para hacer una mudanza y tener que comprar cosas para mi nueva casa. Los vientos han llegado a alcanzar 190 Km/h y han provocado el accidente de un tren de alta velocidad alemán. El aeropuerto de Frankfurt ha sufrido múltiples cancelaciones de vuelos, las líneas de tren entre Dortmund y Hannover, entre Leipzig y Dresde, entre Müster y Osnabrück y entre Koblenz y Colonia permanecen cerradas y el partido entre el Cottbus y el Stuttgart de ayer fue suspendido. En toda Europa Central el númo de fallecidos por el ciclón asciende ya a nueve personas. Hay que tener cuidado con las caídas de las ramas de los árboles. Lo mejor, quedarse en casa descansando. Y si quieren ver fotos, visiten el blog de Marta Salazar.