Merece la pena visitarla, sin duda. La República Checa, junto con su capital, se une a los países visitados por servidor. Lo que pasa es que apenas tuve tiempo para disfrutar de la ciudad, cosas del trabajo. Tras pasar noche en Bayreuth, partimos la mañana del jueves en coche hasta Praga. La República Checa no está en el espacio Schengen, por lo que tuvimos que pasar un control de pasaportes, primero alemán y seguidamente, checo. Costó algo llegar, y es que las carreteras checas no son especialmente buenas. Están construyendo autopistas, aunque aún les queda bastante por recorrer y, al menos por lo que vi, la parte rural del país no es especialmente llamativa, peor incluso que la Alemania del Este. Tremenda herencia que arrastran, pero tiempo al tiempo...
Llegamos a Praga hacia la 1.30 de la tarde, costándonos bastante llegar al centro por el tráfico denso y un poco caótico que nos tocó. De ahí, a la Universidad y a atender las conferencias, reencontrándome con mi jefa de Sevilla y con mi sucesor en el puesto de estudiante. Me llamó la atención el metro de la ciudad, muy bueno, y bastante profundo. Da un poco de vértigo bajar o subir esas escaleras mecánicas tan pronunciadas. Falko me dijo que tanta profundidad es tónica en los países del este, ya que las galerías del metro también estaban pensadas para ser refugios en caso de emergencia y bombardeos.
Tras las conferencias celebramos la cena del congreso en un restaurante céntrico. Bastante cerveza, haciendo honor a ese dato que dice que la República Checa es el país donde más cerveza per cápita se bebe; y bastante comida, medio pato asado. Allí empecé a conocer al resto de estudiantes de la red, donde dominan ampliamente los italianos, tres en total, frente a un francés y un suizo. Yo soy el único postdoc, por el momento.
Sólo pude visitar algo de la ciudad después de la cena. Fui a la céntrica plaza Staroměstké Náměstí, donde pude tomar algunas fotos nocturnas del Ayuntamiento de la ciudad vieja y su reloj astronómico, y las iglesias de Nuestra Señora de Tyn y de San Nicolás. De ahí, al hotel.
Al día siguiente me tocaba dar la conferencia, que me salió bien y parece ser que gustó, pese a ser boicoteado por el ordenador de la sala de charlas, ya que en la diapositiva estrella no aparecieron unos dibujos de estructuras que me había trabajado bastante.
Al finalizar el congreso emprendimos camino raudo y veloz destino a Sajonia. El siguiente paso era una excursión, que ha sido memorable, por la zona del Erzgebirge para ver rocas formadas a alta presión, pero eso será otro capítulo.
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