miércoles, 28 de marzo de 2007

El viaje de vuelta

A las 15.35 del día 4 de Diciembre de 2006 salía mi primer avión. Me esperaba un largo día de viaje de vuelta a casa. Y allí estaba yo, en el Aeropuerto de Santa Bárbara, lugar tropical donde los haya, esperando a que saliera el vuelo. Ya había facturado antes de ir a la Universidad, así que apenas tenía peso, sólo el ordenador. El hombre de American Airlines me dejó que llevara algo de sobrepeso, supongo que al darse cuenta del viaje que me quedaba por delante, todo lo contrario que la imbécil de Los Ángeles en el viaje de ida. Afortunadamente las maletas iban directamente a Sevilla. No me tenía que preocupar por ellas. Al ser un aeropuerto tan pequeño los trámites de seguridad eran mucho más sencillos que en uno grande. Recuerdo que una mujer me abrió y registró la maleta, pero por lo menos lo hizo en mi presencia. Le puso una pegatina y me dijo que le dejara el candado abierto, que ya me lo cerraba ella al terminar. Pese a que no son cosas agradables, ni punto de comparación con otros aeropuertos de los Estados Unidos. Era el adiós a Santa Bárbara. El primer avión era pequeñito, ya que el vuelo era muy corto. Creo que era similar al que hace el trayecto entre Helsinki y Turku, en el que viajé en 2005. Última llamada por teléfono a casa y despegue...

Pasillos del aeropuerto de Santa Bárbara

Sala de embarque en Santa Bárbara

La costa del Pacífico en California desde el aire

El avioncillo que me llevó desde Santa Bárbara a LAX

Vista de Los Ángeles desde el cielo, con su pequeño distrito financiero

Apenas media hora después de despegar, tras ver la costa del Pacífico californiana, con sus playas y ciudades, las Channel Islands y Los Ángeles, aterricé en LAX. Allí un chico mexicano, que no sabía inglés, me pidió ayuda para llegar a su terminal, ya que iba de enlace para México. Aterrizamos en la terminal de American Eagle, que se ocupa de los vuelos cortos dentro de California. Para ir al edificio principal había que pillar un autobús. Yo luego no tenía que salir, ya que despegaba de la terminal 4, pero el amigo debió seguir hasta la 3.

Terminal satélite del Aeropuerto de Los Ángeles Internacional, LAX

Localicé mi puerta, ya que hacia las 7.05 de la tarde despegaba el avión, también de American Airlines, destino Londres Heathrow. Me tomé el último café en el Starbucks y localicé la puerta de mi vuelo. Era curioso, toda la megafonía estaba en inglés y en español, y los letreros del aeropuerto, también. Impresiona, de verdad.

Alrededor de la puerta del vuelo ya se iba viendo cómo cambiaba la gente, ya sentía que dejaba los Estados Unidos, porque el estilo de ropa de algunas personas era típicamente británico. La aventura se acababa. Embarqué, la azafata se quedó con el papel verde de inmigración y pasé al avión. Era grande, un Boeing 777. Estaba mejor presentado que el Airbus 340 de Iberia con el que volé de Madrid a Chicago, ya que teníamos una pantallita de televisión para cada asiento. Se podía ver la posición del avión en un mapa, el tiempo de vuelo restante, velocidad, temperatura etc y se podían escoger muchos programas de televisión distintos en varios idiomas. Había incluso una toma de corriente para poder enchufar el portátil, pero con un enchufe raro, así que no me valió. La única pega es que en la parte central había 5 asientos, en lugar de los 4 del Aurbus. Pero el vuelo no iba demasiado lleno, en esa parte central estábamos sólo dos, uno a cada esquina, así que tenía hasta 3 asientos para mí. Aquello era como volar en business.

Sólo hubo algo de problema con uno de los azafatos, que hablaba un idioma incomprensible. Nada más despegar de Los Ángeles repartieron una especie de papel para poder entrar en el Reino Unido. Yo no sabía lo que era y él me preguntó sobre el idioma que hablaba. Al decirle que hablaba español me dio la tarjeta y me dijo que la rellenara. Imbécil. Era la tarjeta de inmigración. Luego le dije que yo era español de España, a lo que él me preguntó si ese país estaba en la Unión Europea. De traca. ¡Y ese tío trabaja en vuelos intercontinentales! madre mía... Evidentemente no tenía que rellenar nada, volvía a casa.

Boeing 777 de American Airlines procedente de Los Ángeles, en el Aeropuerto de Londres Heathrow

Cené una lasaña y luego nos dieron de desayunar. Llegué a dormir un poco en ese vuelo nocturno. Está chulo, apagan casi todas las luces y hay bastante gente con antifaces. Al ver tierra europea de nuevo tras casi tres meses me alegré. Aterrizamos en Londres, no sin antes dar alguna que otra vuelta, a mediodía, ya en 5 de Diciembre. Bienvenido a la UE.

Nunca antes había estado en el Reino Unido, aunque no sé si haber hecho un tránsito en Heathrow es suficiente para poder decir que lo he visitado. Allí me cambié de terminal, sin tener que pasar control de inmigración alguno, que se hace en el país de la UE destino final de tu viaje. Por lo tanto, parece que sólo te controlan si sales directamente al Reino Unido. Como no fue así en mi caso, no sé si los europeos tendremos una puerta especial para entrar en Europa. Si no fuera así, me parecería tremendamente mal, por eso del principio de reciprocidad...

Cambié de terminal y llegué al mostrador de Iberia. Allí me dieron las nuevas tarjetas de embarque y me dirigí a la puerta correspondiente. De Madrid a Sevilla me dieron un vuelo que salía algo más tarde de lo que yo tenía en mi billete, aunque comprobé que ya me lo habían dado así en California. Con eso de comprar los billetes con tanta antelación, hay vuelos que cambian de horario. En fin, llegaría un par de horas más tarde a casa, pero ya me daba igual.

Una sala de embarque en Londres Heathrow

El Aeropuerto de Heathrow me pareció un poco cutre, la verdad, no me dio la impresión de ser uno de los aeropuertos más importantes del mundo, aunque quizás estuviera en terminales antiguas. Ya empezaba a ver españoles por la zona, jeje. Un Airbus 320 nos llevó desde Londres a Madrid. Debería haber salido a las 15.30 hora inglesa, pero salimos con más de una hora de retraso. Por lo visto había una tormenta importante en Barajas. Ese avión tampoco iba muy lleno.


Airbus 320 de Iberia en el Aeropuerto de Londres Heathrow, destino Madrid

Como salimos con retraso, no tuve que esperar mucho tiempo en la T4 de Barajas. Aterrizamos y pasamos un minicontrol de policía en el que no nos pidieron ninguna documentación. Igualito que para entrar en los Estados Unidos. Estuve intentando buscar tiendas de Movistar para que me cambiaran la tarjeta del teléfono que se me había estropeado, pero no había. Un fallo en el aeropuerto, debería haber algo así.

Ya estaba en España, y no estaba excesivamente cansado. A las 10 de la noche más o menos tomé el último vuelo, destino Sevilla. Era un MD 88, esos viejos que Iberia lleva diciendo varias años que va a jubilar pero que nunca termina de hacerlo. Y aterricé en Sevilla a las 11 y pico de la noche, tras casi un día entero de viaje. No me dijeron nada al salir de la sala de equipaje, donde habían aparecido mis dos maletas sin ningún problema. Además, las maletas salieron para todos en la misma sala, ya que el aeropuerto de Sevilla estaba de obras. Generalmente si vienes de fuera de la UE tus maletas salen en la sala de internacional, pero ese día estaban todas juntitas. Bueno, sí que pasó algo. Como las etiquetas de las maletas americanas son distintas, el guardia me miró como de reojo y me preguntó que de dónde venía. Yo le dije que de Los Ángeles y que bueno, que si quería registrarme mi ropa... Me sonrió y me dejó pasar. Y ya está, allí estaban mis padres para recogerme en el aeropuerto...

Ese viaje de vuelta fue muy cómodo, sin ninguna prisa y con tranquilidad en todos lados. ¡Qué diferente del de ida! No sé si sería porque estaba ya de vuelta, pero para temas de jet lag es mejor venir de los Estados Unidos a Europa, y si pillas un vuelo nocturno, mejor. De todas formas lo importante es que por fin ya estaba en casa, ya sí que se había acabado la aventura americana.

Y este es el fin de estos relatos sobre mi estancia en los Estados Unidos. Espero que les hayan gustado a aquellos que los han seguido y que me han hecho comentarios o no. Me alegro mucho de haber conocido a tanta gente gracias a este medio, gente interesada en las cosas que cuento. Muchas gracias, de verdad. Creo que lo que aquí he escrito puede servir de mucha ayuda a gente que quiera visitar California, ya que he recorrido el estado casi de sur a norte, aparte de servirme a mí para recordar mi aventura. Si necesitas más información o consejos, no dudes en ponerte en contacto conmigo, la experiencia es un grado.

Pues eso, una historia más, un país más... seguiremos informado. Gracias a todos.

THE END

lunes, 26 de marzo de 2007

Mi casa en California

Llegó el lunes y yo dejé la casa donde viví tremendamente presentable. Ni punto de comparación a como me la encontré. No lo debería haber hecho, dado el trato que recibí de la casera, que a su vez era otra alquilada, por cierto, pero hasta lavé las sábanas de la cama. Uno no puede ser malo, lo cual es un gran defecto. Pero cada uno es como es. Lunes por la mañana. A las 9 llegaron los gaditanos a darme cosas para que me las trajera para España. De paso les di todos los restos de comida que tenía. A las 12 vino JD a recogerme. Destino: UCSB y aeropuerto. Último y definitivo adiós. Último y definitivo almuerzo en la Universidad. Tocó una ensalada ligera, que quedaba mucho viaje por delante. El día era espectacular. Era 4 de Diciembre y casi se podía estar en mangas cortas. Un regalo de despedida a California. La aventura se acababa...

Mi casa, 1215E Cacique Street (arriba). La ventana grande era el salón, la pequeña, el dormitorio

Aparcamientos del grupo de casas. En la escalera se ve a Robert, property manager, natural de la costa este, que se encargaba de mantener medianamente presentable el edificio y jardines

Estado final del dormitorio

La cocina

Así se quedó el salón (me llevé mis cosas que aparecen, claro)

domingo, 25 de marzo de 2007

El último domingo

Aquello se acababa. Ese domingo era el último día completo. Mike quería que le fuéramos a ver, y al final lo consiguió, así que volvimos a bajar a Los Ángeles. Como siempre, pillamos un coche de alquiler. El económico salía unos dos euros más barato en Enterprise que en National (de 52 a 50 dólares, no se vayan a creer...), así que, esa vez elegimos la primera. Nunca antes habíamos alquilado con ella. Lo que pasa que la avaricia rompe el saco, esta vez sí que nos dieron un económico de verdad, un Chevrolet Aveo, bastante pequeñito y sin las pijadas del control automático de velocidad... una lástima, aunque había que volver a acostumbrarse poco a poco a volver al mundo real.

De nuevo, el operativo estándar: recoger el coche temprano en el aeropuerto (pillar antes los dos autobuses correspondientes) y parar en el Outlet de Camarillo para ver y comprar cosas. Hacia las tres quedamos con Mike en pleno Beverly Hills. Allí comimos en Joan's, un sitio que me gustó bastante. Puedes elegir un montón de platos fríos y calientes, y hacer combinados, con una comida muy similar a la española: revueltos de verduras, ensaladas, carnes, me gustó el sitio. También tenían embutidos y otras delicatessen. Por unos 10 dólares cada uno comimos perfectamente. Uno de los camareros era bosnio, muy simpático él, aunque tuviera el pulso regular para hacernos la foto. Es un sitio famoso, dicen que la semana anterior Paris Hilton se dejó ver por allí. Parece ser que es frecuentado por el famoseo norteamericano, y nosotros no íbamos a ser menos.

Con Mike e Isabel en Johan's, en pleno Beverly Hills

Luego nos dimos la última vuelta por Hollywood, con su teatro Kodak y su paseo de la fama. Hay muchas tiendecillas por allí, donde se pueden comprar recuerdos no excesivamente caros. Yo me compré una bandera norteamericana, para seguir con la tradición, que ahora está colgada en mi salón, junto a la alemana y una británica que compré en Londres en el viaje de vuelta.

Luego tocó despedirse de Mike y volver Santa Bárbara. A las 8.30 habíamos quedado con parte de la gente del grupo para cenar en el Café de Buenos Aires y despedirnos. Allí estaban JD, Sylvian y su mujer, Jordi e Isabel y servidor. Buena parrillada de carne que nos comimos entre el alemán, el catalán y yo. Otra despedida más.

Finalmente logré que Isabel se llevara el coche y ella lo devolviera el lunes por la mañana, ya que yo iba a estar algo liadillo con los preparativos finales. Sylvian me llevó a casa y así se acabó el domingo. Al día siguiente dejaría los Estados Unidos...